miércoles, 5 de noviembre de 2008

Las muertes gratuitas Por Eduardo Escobar

Amigos:

Antes de transcribir esta columna de Eduardo Escobar, mi comentario:

Tal como lo escribí el lunes pasado en este Blog, cuando puse allí la columna de Carlos Villalba Bustillo, estas palabras de Eduardo Escobar reflejan muy bien lo que está pasándonos. Es serio. Apocalíptico. Entonces, hay que comenzar a actuar. Propongo la marcha diaria, permanente. Este año se completarán como 5 marchas, con la que está prevista para diciembre. Digo 5, refiriéndome a las que fueron masivas y nacionales, comenzando por la del 4 de febrero y la del 6 de marzo. Eso está bien, hay que sacudirse. Pero siendo la cosa tan grave, el sacudón debe ser más fuerte y duradero, hasta que definitivamente cambiemos esto. No podemos seguir aceptando, ni por acción ni por omisión, que matar al enemigo o al "malo" sea la salida facilista para los conflictos. Somos peores que los irracionales animales; ellos no matan con la sevicia que estamos viendo. Y alarguemos el asunto: estamos matándonos de muchas formas, no solo con la que nos deja sin los signos vitales y concluye en una sepultura; también nos estamos matando sicológicamente, socialmente, emocionalmente. Matamos el afecto, matamos los sueños, matamos las ilusiones. Matamos el buen ánimo. Matamos, entonces, el bienestar; imperan, en consecuencia, el engaño, el estrés, el aislamiento. ¡Y el autoengaño! Sí: nos arrogamos el ser poseedores de la verdad. Entonces, los demás son los que mienten, los equivocados, los "malos". Y cuando se nos sale el "bondadoso", pasamos a la tolerancia extrema, la que deja que pasen esos eventos destructivos de la sociedad, la de creer que un mesías nos está salvando y que nosotros lo único que tenemos que hacer es elegirlo, ungirlo. No, un país, el mundo lo construimos entre todos, porque también lo destruimos entre todos; bueno, a veces bastan unos pocos para destruir todo. Pero si esto ocurre, es porque los demás no lo defendieron.

Bien, sencillo: comencemos mirándonos un rato al espejo, para comenzar a ver, a descubrir lo perverso de cada uno de nosotros; eso hay que combatirlo, con firmeza, pero con cuidado. Y salgamos a convencer, a trabajar con los otros para combatir lo perverso de los otros. La tarea es durísima, pero comencemos a pensar en qué acción, pequeña o grande, podemos ejecutar. Siempre con cuidado: Primum non nocere

Desconfiemos de nuestra verdad, no tanto como para paralizarnos y no actuar, pero sí lo suficiente para estar atentos a escuchar y escuchar. Hay que ser osados, sí, pero minimizando riesgos.

Bueno, dejo acá por hoy, pero no hay duda de que hay que actuar. No matemos a nadie, eso sí. Es un contrasentido que promovamos la pena de muerte para los que matan. Ahí comienza a flaquear nuestra valoración de la vida. Y ahí se relativiza todo. Así como basta robarse los primeros diez centavos para abrirse el camino para llegar a robar los miles de millones que tantos se han robado. Se comienza matando al malo asesino y se pasa a matar a cualquiera que haga algo "malo". Miremos la historia de la humanidad. Repetición de la repetidera. Y, entonces, un día, todos son malos: no piensan exactamente como yo. Y yo poseo la verdad. Entonces el otro es malo y no debe vivir. ¡Y hasta me encomiendo a la Virgen para no fallar en mi acto asesino!

Otra vez, dejemos hasta acá. Sigamos hilvanando más ideas. Pero actuemos. Esto debe parar, esto debe ser mejor, más agradable; pero para todos, no solo para mí.

Leamos: hay ciencia contemporánea que nos está mostrando muy buenos caminos, muy buenos ejercicios de convivencia.

De Eduardo Escobar en El Tiempo

Las muertes gratuitas

Hace años, los hijos de papi de Medellín y Pereira, mezclados a los de los primeros traquetos con ínfulas de omnipotentes, divertían las noches baleando a mendigos en los portales, al azar, por darse el lujo del desprecio. Gonzalo Arango había publicado antes, en Nadaísmo 70, la revista del movimiento, la mejor de sus crónicas: 'Planas. Crimen sin castigo'. Un niño indígena del Meta contaba que un general le puso electrodos en los testículos. Y contaba cómo los alcaldes, personeros, policías y colonos salían ciertas tardes a practicar el deporte de nobles de la caza. Es decir, a cazar indios en los montes. La saludable actividad se llamaba cuiviar. Que significa cazar cuivas como venados o como gurres.

Uno de los implicados dijo en la entrevista radial puntual -la entrevista forma parte del rigor del rito asesino- que no sabía que era malo. Todo el mundo lo hacía. Una vez invitaron a los indios a comer sancocho envenenado. A los que tardaban en morirse los remataban a palos o los enterraban vivos en el patio.

Esas cosas suscitan preguntas espinosas, puesto que nos incumben, acerca de la verdadera índole de los colombianos. Aunque tienen la democracia más sólida de Latinoamérica y son uno de los pueblos más felices de la Tierra en las encuestas de la felicidad.

Los estudiantes de medicina de una universidad de Barranquilla, ante la falta de cadáveres para los cursos de anatomía, los hacían en la carne roñosa de los pordioseros que iban a dormir en los jardines del alma máter. Los mataban a tiros, para no dañarlos. Y los echaban en las mesas heladas de los futuros sabios de la higiene. Una pandilla de abogados de Ibagué, en otra trama espeluznante de la picaresca nacional del derecho, adoptaba indigentes. Los engordaban, los acicalaban hasta dejarlos hechos unos soles, los aseguraban, y los tiraban por un puente. La práctica del derecho a veces se confunde con la triquiñuela para la malicia indígena. Y la medicina...

El último escándalo del soberbio espanto nacional, la iniquidad de los muchachos de todas partes baleados en los potreros de todas partes, reclutados entre los hambrientos de las ciudades para cambiar sus despojos por días libres en las brigadas, es apenas el último episodio de una crónica larga de infamias extremas. Los lugares carecen de importancia, las circunstancias, y los nombres de los verdugos y las víctimas. Son meras apariencias, casualidades. Lo que importa es el fracaso que esas cosas implican. La sangre fría como síntoma de una sociedad postrada.

La culpa es imposible. O es de todos. En la dialéctica del Mal, la víctima y el verdugo forman un solo animal que busca redimirse en la degradación. Representan el drama de un fracaso. El fracaso de los púlpitos de los obispos, de los políticos que conducen las masas a sus destinos, de los maestros encargados de la educación de todos, de las filosofías, del sistema de comunicación y hasta de los escritores de los periódicos y de los que publican libros. Como uno. Cómo cada palabra que digo multiplica el horror, cómo un comentario podrido, o ligero, atiza el fuego de mi infierno, cómo mis sueños secretos envilecen mi vigilia.

Es terrible una nación donde la gente ya no mata por amor, por odio, o por desdén, o por plata, como en todas partes. Donde se compra con un cadáver una licencia de soldado. Y una mano cortada se tasa en el reglamento.

Pero el defecto no es de las reglas. Ni del aparato de sapos y recompensas. Lo peor es la desvalorización atroz de la vida, la minimización abusiva del Otro, la confusión de todo, el vacío inconsciente, la descomposición en un caldo de sombras. En paranoia pura, en asco puro, en desesperanza pura. André Breton dijo con perfecta irresponsabilidad que el acto surrealista supremo es salir a la calle y disparar contra la multitud. Eso dejó de ser surrealista hace tiempos entre nosotros. Para ser pan de cada día. Y no tiene pizca de poético.


Eduardo Escobar

lunes, 3 de noviembre de 2008

El tamaño de nuestro drama Por Carlos Villalba Bustillo

Doy paso al columnista de El Espectador Carlos Villalba Bustillo, porque, en breves palabras, resume lo que es Colombia actualmente. Otro columnista del mismo periódico, un siquiatra, Rafael Hernando Salamanca, hablando de otro tema, igual de trascendental, nos recuerda por qué no nos damos cuenta del real estado de las cosas, de lo grave de la situación: La psiquiatría y la psicología saben, desde Freud y Nietzsche, que los humanos manejamos el impacto de las malas noticias mediante la negación. Cada vez que nos alcanza la muerte de un ser querido o se nos diagnostica un cáncer, la respuesta es un mecanismo protector de defensa: “No es cierto”. Así el organismo se da un respiro para asimilar algo que lo inundará de dolor. Igual sucede en la psicología colectiva. Esa negación generalizada permite que la fiesta continúe.

Veamos, sin más, la columna de Carlos Villalba

http://www.elespectador.com/columna-el-tamano-de-nuestro-drama
El tamaño de nuestro drama
Por: Carlos Villalba Bustillo
Nos llamaban país culto y violento cuando cada cuatro o cinco años se declaraba una guerra civil en Colombia. Y se extrañaban de la paradoja los hispanoamericanos, los norteamericanos y los europeos.Era cierto, en buena parte, y nosotros mismos nos encargábamos de pregonar que el sectarismo podía más que la cultura. Un día creímos que entendiéndonos políticamente se acababa todo, pero fue peor. Excluimos del acuerdo a las minorías y nos respondieron con otra clase de violencia que todavía existe. Y ésta generó otra que también existe, y ahí se fueron apilando.Pero la depravación entre los colombianos está llegando a niveles inimaginables, porque cuando hasta los padres sacan sus instintos criminales contra los hijos, que son carne de su carne y sangre de su sangre, no hay poder humano que ataje el desplome de nuestros resortes morales. La indolencia y la codicia barrieron de nuestra conciencia las represiones que nos mantenían dentro de límites normales. En una sociedad donde la familia se desintegra, la convivencia es inalcanzable.Los últimos falsos positivos, que suman más de cien jóvenes muertos, y el secuestro y asesinato de un párvulo de sólo once meses, impiden un juicio sereno sobre la descomposición psíquica que impera en el ambiente nacional. No hay excepciones: todos los núcleos políticos y sociales son protagonistas y por lo tanto responsables del turbión de atrocidades que empeoran día tras día en los escenarios más variados: los hogares, los colegios, el campo, los barrios de las grandes ciudades.De poco han servido los mecanismos de protección de los derechos humanos que nuestra Constitución y nuestras leyes han consagrado. Los desquiciados y los desinhibidos los irrespetan ahora más que nunca, sin miedo a la cárcel y al escarnio. Creer que los asustamos con la cadena perpetua o con la pena de muerte es una ingenuidad. Padecemos un problema de cultura: los colombianos andamos en la cultura de la transgresión. Transgredimos la ley, los valores, la ética, las costumbres, el sentido de la vida y nuestros propios sentimientos, siempre en función de un interés.En Colombia hay más voluntad política y recursos para los subsidios electorales de Familias en Acción que para poner a salvo de la violencia intrafamiliar a las mujeres y a los niños. De modo aislado, en Bogotá, Medellín, Pasto y ahora en Cartagena se avanza en la formalización de una política con diagnósticos y metas para replantear la visión del sector público sobre la situación de las mujeres, su papel dentro de la familia, su condición de madres y su participación en la vida democrática. Pero en el epicentro del poder las agobia el desamparo.Por eso, al mismo tiempo que seguimos hablando de penas y de reformas a los códigos tenemos que pensar cómo restauramos, en este país donde vive la gente más feliz del mundo a pesar de todo lo que nos ocurre, el nivel de dignidad y humanismo que nos libere de un Apocalipsis. No basta con que el Presidente asista a las exequias de Luis Santiago Lozano, ni que diga que su gobierno endurecerá la mano contra los falsos positivos, ni que repita en los consejos comunales su estribillo contra el terrorismo. Parodiando a Martín Fierro, si tiene la presa de la reelección segura, que no deje dormir la causa, que es la regeneración de un pueblo que puede viajar por las carreteras, pero cuyos niños no están seguros ni en su propia casa. Ese es el tamaño de nuestro drama.

Carlos Villalba Bustillo

Para terminar, transcribo la parte final de la columna del siquiatra, con la aclaración de que en donde pongo Colombia, decía el mundo, en una parte, y la humanidad en la otra:

“Denial”. Negación era la razón primordial por la cual Colombia seguía tan campante. La única manera de despertar es insistir, echando una y otra vez la verdad a la cara como un psicoterapéutico baldado de agua fría. Aún así, Colombia permanecerá dormida en tanto la tierra arde.

domingo, 10 de agosto de 2008

Al hombre lo engaña el presente


Los buenos caricaturistas escriben todo un ensayo, todo un editorial en un sencillo cuadrito. Esto pasa con la caricatura de antier de Jarape (Jairo Peláez Rincón) en El Espectador. Resume en gran medida lo que somos hoy como país. Este país que es el más piadoso del mundo. Digo piadoso porque, especialmente en los últimos días -y desde hace unos seis años-, defendemos -al menos el 76% o el 84% de los colombianos, no sé cómo se ha movido el termómetro de la opinión u opinómetro- la profusión de mentiras piadosas. Hace unos meses les decía que en este país nos encanta -más aún, necesitamos- que nos digan mentiras. Pues sí, ahí está clarísimo el ejemplo: ante algunas críticas sobre las mentiras -logos de cruces, de emisoras, de ONG, etc.-, se vino la avalancha de defensas de las mentiras. ¡Y todas son piadosas! Sé, y lo uso, que las mentiras tienen su papel en la vida -importante papel- pero ya se está convirtiendo en nuestra forma de ser, validada, recomendada, alabada. Ya nos decimos y nos dicen tantas mentiras que ya nos las creemos todas. Y todo vale, vale matar, vale cortar manos, vale engañar y engañar, vale hacer trampas.

Ante todo ello digo, y no es un discurso moralista: hay que parar esta manera de pensar y de actuar, vamos para el desbarrancadero. Nos vamos a destrozar. Bueno, bueno, paro y retomo una de mis primeras notas en este Blog y digo: quizá no; antes de llegar al desbarrancadero algo puede pasar, no tengo ni idea qué, y...¡nos salvamos! (obvio, de todos modos, muchos morirán y sufrirán mientras tanto).

Bien, y también mientras tanto, les hago llegar el enlace de la caricatura de Jarape. Su texto es todo un ensayo: Al hombre lo engaña el presente. Por eso será el futuro el que diga lo que realmente pasó en Colombia en esta época.

http://candidacartoon.blogspot.com/



Cándida
Derechos patrimoniales de COMUNICAN S.A. Bogotá Colombia. Prohibida su reproducción sin permiso.

jueves, 1 de mayo de 2008

El Día del Trabajo

Buenos días, amigos:

Uno puede utilizar esta efeméride y felicitar a todos los trabajadores, con o sin empleo o contrato, para extender el abrazo lleno de afecto a todos los amigos. Entonces, lo hago:

¡FELIZ DÍA DEL TRABAJO, AMIGOS!

Pero, además, el día es propicio para hacer una nueva reflexión sobre las condiciones laborales en las que nos estamos moviendo. Aunque conozco opiniones contrarias a las mías, de algunos amigos, reitero la mía, llena de pesimismo, infortunadamente:
el deterioro inmenso de la calidad del trabajo en Colombia ha sido paulatino pero sostenido. Deterioro en todo sentido. Menos estabilidad, menos respeto, menos salarios, menos calidad profesional, menos salud ocupacional, menores honorarios, etc. Obvio, sé que ha habido excepciones; probablemente muchos de ustedes -y, si se quiere, incluido yo mismo- han (hemos) gozado, afortunadamente, de mejores opciones y oportunidades. Pero la generalidad no es así. Suelo resumir, por ejemplo, la condición de médicos y profesionales de la salud así: con las remuneraciones de la gran mayoría de estos profesionales, bien sea por la vía de salarios (excepto los de los pocos empleos públicos que quedan y algunos pocos cargos, especialmente administrativos o directivos, de empresas privadas) o la de honorarios, un médico difícilmente podrá sostener la matrícula de un hijo que quiera estudiar medicina en una universidad privada. Y eso es lamentable, lamentable: la evolución hasta nosotros indicaba que la tendencia era la de que los hijos superaran las condiciones profesionales de los padres. Eso, tristemente, ya no va a ser la tendencia mayoritaria. Bueno, afortunadamente se han abierto nuevas profesiones y quizá sean menos costosas y hasta con mejores probabilidades de éxito. Ojalá sean muchas las opciones por ahí.

La otra situación preocupante es la del futuro, es decir, la de la vejez. Los médicos jóvenes de hoy difícilmente se van a pensionar, y, si lo hacen, la pensión va a ser muy bajita: la cotización a pensiones hoy se está haciendo sobre cifras muy bajitas, muchos lo hacen sobre, inclusive, apenas un salario mínimo. Cuando se vayan a pensionar, su pensión será solo un poco superior a un salario mínimo ($461.500 de hoy). Quienes coticen sobre dos salarios mínimos tendrán una pensión máxima cercana a $800.000. ¿Qué se puede hacer con eso??????

Indudablemente debemos pellizcarnos, amigos. Hay que generar cambios que mejoren esto. Debemos promover, por ejemplo, mayor responsabilidad social empresarial y gubernamental y, fundamentalmente, mayor solidaridad entre nosotros. Indudablemente, también, mayor acción política.

Bien, he puesto el ejemplo de los médicos, pero esto es similar, inclusive peor, para la mayoría de los demás colombianos.

Lo triste es que ve uno noticias de otros lares y las cosas no es que sean mejores. Leo en el periódico de ayer que en Estados Unidos el ingreso promedio de los trabajadores solo ha aumentado 2.3% en los últimos 15 años, en contraste con los de los directivos de empresas, que han aumentado en promedio un 57%. La inequidad campea, la brecha se aumenta. Es decir, la injusticia social crece. Triste, triste.

Nuevamente, a buscar algo de optimismo en la incertidumbre.

No sobra poner sobre el tapete una reflexión sobre la que hemos traído otras columnas en meses pasados, por ejemplo, las de nuestro amigo Manuel Guzmán Hennessey. Recordemos que en ellas se hablaba de la importancia, la necesidad de pensar, de "filosofar", en contraste con las opiniones de gente que aboga por limitar el ejercicio de pensar. Lamentable forma de ver el mundo. Bien, transcribo a ustedes la columna de Francisco Cajiao en El Tiempo de ayer. Muy oportuna. Pensar más y mejor es la mejor opción para cambiar este estado de cosas hacia algo mejor. Bienvenidas todas sus opiniones.

¡FELIZ DÍA!


NO BASTA EL CONOCIMIENTO
Saber y pensar
Francisco Cajiao. Columnista de EL TIEMPO.
Queremos que nuestros niños sepan muchas cosas, pero más importante es darles espacio para pensar

El pensamiento de los niños necesita espacio para crecer sin barreras.
En la experiencia cotidiana es fácil encontrar gente que sabe mucho y piensa poco. Hay personas capaces de desempeñarse con eficiencia en trabajos complicados de nivel técnico o profesional, cumpliendo todas las exigencias y caprichos de sus jefes, siguiendo meticulosamente cada procedimiento preestablecido, mostrando resultados cuantificables de sus acciones y dando cuenta de cada una de sus actividades. Pero esto no garantiza que piensen más allá de lo inmediato. Incluso, en los altos estrados de la academia pueden encontrarse profesores universitarios que recitan citas extensas en diversas lenguas, reproducen con enorme habilidad teorías complejas y dominan datos y cifras a granel, pero algo nos dice que todo eso tiene un olor a ropa prestada porque cuando actúan no parece que tanta erudición se conecte con la vida.

En contraste, a veces encontramos personas sencillas, sin títulos académicos, sin presunciones intelectuales, que nos dicen cosas muy profundas sobre la vida, sobre el destino humano, sobre el acontecer público. Es verdad que no usan palabras complicadas, pero muestran largas horas de diálogo silencioso consigo mismos y con su entorno. Digamos que son los que piensan mucho aunque no sepan tanto. Ya decía san Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas, que "no el mucho saber harta y satisface el ánima sino el gustar las cosas internamente" .

Cabe preguntar si el sistema educativo les da a nuestros niños y jóvenes el espacio y la inclinación para pensar, de manera que hagan de su vida un proyecto propio y encuentren razones para sentirse parte activa de una sociedad de la cual son corresponsables. La respuesta no es sencilla, pues tampoco es fácil precisar qué es pensar. Algunos caen en la tentación de reducir el pensamiento a unas cuantas operaciones mentales verificables. Pero el pensamiento profundo se resiste al encasillamiento: puede surgir de repente cuando estamos en situaciones límite, tal vez mientras tomamos el sol en una playa o mientras vemos una telenovela. Para algunos, requiere el silencio y el aislamiento, mientras a otros los asalta en medio del bullicio y la multitud. Tal vez una melodía especial o una obra de arte desencadenan una catarata imparable de reflexiones. A lo mejor una caricia o un abandono. Einstein, en su autobiografía, cuenta que su primera intuición sobre la relatividad surgió a los ocho o nueve años mientras montaba un caballito de palo e imaginaba qué sucedería si fuera un rayo de luz: en la escuela pasaba como un niño totalmente insuficiente.

Lo que es claro es que el conocimiento universal, el progreso científico, la creación artística y la reflexión filosófica surgen de personas que piensan mucho sobre aquello que saben y llegan a cosas nuevas que naturalmente no sabían ni tenían dónde aprender. Por estos días en que se realiza la Feria del Libro, surge la asociación con el pensamiento humano, que se condensa en millones de páginas que intentan atrapar ideas para hacerlas públicas, para convertirlas en patrimonio común. Pero sería fantástico saber cómo fue producido cada libro, cómo fue el proceso de pensamiento del autor, cuánto sufrió para encontrar palabras para su ensoñación o para su obsesión. Lo que sí podemos constatar es que allí, en la Feria, hay pensamiento poético, gráfico, histórico, matemático, filosófico, novelístico, religioso, culinario... y muchos pensamientos insulsos. Pero aun en la frecuente basura literaria se puede leer la necesidad de hacer públicos los soliloquios de seres humanos que más allá de repetir lo que otros han dicho se arriesgan a pensar por su propia cuenta, dejando en palabras un pequeño rastro de su paso por la vida.

Es claro que queremos que todos nuestros niños y niñas puedan saber muchas cosas, pero todavía más importante es encontrar maneras para que todos sus pensamientos encuentren espacio para crecer y fluir sin barreras, sin límites, sin clasificaciones y, sobre todo, sin tantas calificaciones.

frcajiao@yahoo. com
Francisco Cajiao

miércoles, 20 de febrero de 2008

Hiperpaternidad, hipopaternidad y drogas

Aunque acabo de enviar esto por correo electrónico a más de 300 amigos, quiero dejarlo también en este blog porque quiero pro-ponerlo en público:

Hola, amigos:

Espero que para lo siguiente que voy a decir no esté demasiado hueca mi cabeza. Vengo de una reunión en la que el conocido médico Camilo Uribe, ahora miembro de una organización de la ONU que se encarga del tema de las drogas sicotrópicas y similares, nos daba datos verdaderamente preocupantes ("escalofriantes", podría decirse sin ser exagerados) sobre el avance del consumo, de la producción y del tráfico de estas drogas en todo el mundo y, particularmente, en Colombia. Es grave, muy grave la situación, pero más grave es el hecho de que como nación -menos como Estado y mucho menos como sociedad- no estamos haciendo nada al respecto, salvo unos "pañitos de agua tibia" absolutamente insuficientes y torpes para enfrentar este "flagelo".

No es alarmismo, no es terrorismo, no es extremismo, créanme. No pretendo hacer show sobre esto. Natalia Sringer tituló su columna del lunes en El Tiempo con la palabra "Pornomiseria", que me recuerda el término "Pornografía de la pobreza" que usaba mi amigo Rafael Sandoval hace unos 15 años. En ambos casos se referían Natalia y Rafael al exagerado uso de las fotografías de los pobres y sufrientes con ánimo sensiblero y, sobre todo, hipócrita. Muy útil para lavar conciencias por nuestra pasividad e indiferencia ante el dolor de los demás. Obvio, no se trata de llegar a la situación de Kevin Carter, ese fotógrafo que se suicidó meses después de tomar una de esas fotografías (muchos de ustedes la han visto) en la que un buitre aparece cercano a una famélica niña en un país africano (Sudán): el fotógrafo estuvo 20 minutos esperando que el buitre atacara a la niña ("será una fotografía espectacular", o algo parecido, pensaba, seguramente, Carter) en lugar de espantar al buitre. Se suicidó: no pudo afrontar la pena de este acto miserable suyo. Sin embargo, ese acto tiene tras de sí ese fenómeno de la pornomiseria de muchos de los seres humanos, no hay duda. Culpa compartida.

Entonces, no se trata de hacer show sobre el fenómeno de las "drogas". Complejo fenómeno. Alimentado por muchos factores, indudablemente. Uno de ellos, el del sindrome del logro del "dinero fácil", o del dinero que da poder (lo mismo que pasa con esa cantidad inmensa de dinero que mueven los fabricantes y los traficantes de armas). Pero otro, más del común de los seres humanos comunes, es el de la calidad de la vida, la calidad del amor.

Algo de esto trata una de las columnas de Escepticemia que les envío hoy. La hiperpaternidad, se llama. No digo mucho sobre él, pues Casino lo dice mejor. Solo anoto que este artículo me recuerda otra tesis de otro Sandoval, hermano del anterior, Jorge. "Tenemos que buscar, que enseñar, formas más adecuadas de amar". Bien se sabe que es muy extendido el fenómeno del castigo exagerado a los hijos por parte de padres que lo que pretenden es "educar" a los hijos porque LOS AMAN DE VERDAD (saco de aquí, aclaro, a los salvajes que agreden porque son violentos irremediables, que atacan con odio; esos son otros tipos de padres). Ese fenómeno de la hiperpaternidad, en muchos casos, corresponde a padres convencidos de que eso que hacen -lo que critica Casino- es lo correcto en la educación y en la formación de los hijos.

A la hiperpaternidad se opone, también erróneamente, lo que yo llamaría "hipopaternidad", es decir, el escaso o nulo amor a los hijos.

Ambos fenómenos, la hiper y la hipo -paternidad-, son buenos inductores de la adicción y/o uso inadecuado de "las drogas". Hoy conocí qué es eso del "popper", con lo que se intoxicó el estudiante que está en coma irreversible en el Hospital de Kennedy. Pero también nos contó Camilo Uribe sobre tantas otras formas de "drogarse" de los jóvenes de hoy (ojo: jóvenes de 5 a 70 años, porque todo este rango de edad es el que está comprometido por el fenómeno de la drogadicción -o el nombre técnico que se le quiera poner-). De verdad, es para preocuparse. Pero, preocupados, para comenzar a buscar o profundizar soluciones. Sé que algo se puede hacer. Hablémoslo.

Camilo Uribe presidirá un foro sobre el asunto en abril próximo, al cual espero que podamos asistir muchos de nosotros. Les avisaré oportunamente.

Un abrazo.


http://www.jano.es/jano/ctl_servlet?_f=82&iditem=557
Muchas personas están demasiado educadas para no hablar con la boca llena, pero no se preocupan de hacerlo con la cabeza hueca
Orson Welles


http://www.jano.es/jano/ctl_servlet?_f=82&iditem=555
El día en que el hombre se dé cuenta de sus profundas equivocaciones, se habrá acabado el progreso de la ciencia
Charles Chaplin

Escepticemia
Gonzalo Casino
gcasino@cardiel.net

Hiperpaternidad
15 Feb 2008

Sobre el dirigismo educativo y la importancia del juego
Los fines de semana los campos de fútbol y otros deportes se llenan de padres ansiosos por ver cómo sus hijos triunfan. Cegados por una pasión de padres mal entendida creen ver en sus retoños a futuras estrellas del deporte y les trasladan una presión competitiva exagerada. El deporte está quizá demasiado profesionalizado desde las categorías inferiores, pero hay padres que empeoran la situación desvirtuando los valores del juego y la actividad física inherentes al deporte. Algunos pediatras han alertado del exceso de lesiones por sobreentrenamiento, y no pocos niños acaban aborreciendo por exceso de presión lo que empezó siendo un juego placentero. Aunque menos habitual, también hay padres empeñados en que sus hijos sean grandes músicos, actores o pintores, y que desarrollen a fuerza de cursos una vocación artística que quizá no tienen. Hay, en fin, muchos padres que sobrecargan hasta la extenuación la agenda de sus vástagos con todo tipo de actividades extraescolares para que “triunfen en la vida”, empecinándose en procurarles las mejores guarderías, los mejores colegios, los mejores cursos y lo mejor de lo mejor, sin faltarles de nada y sin reparar lo suficiente en la metas que imponen a sus hijos y en el precio que pueden pagar por este exceso de competitividad. A esta actitud paterna, que se configura ya como una tendencia preocupante, se la ha dado en llamar hyperparenting o hiperpaternidad.

Una de las nefastas consecuencias de la hiperpaternidad es que subvierte una etapa tan fundamental para el desarrollo de una persona como es la infancia. Subvertir la infancia es imponer a los niños valores y modelos de adultos y limitarles el juego, que es su vía natural de expresión y maduración. El juego, como reconocen psicólogos y pediatras, es esencial para el desarrollo porque contribuye al bienestar físico, cognitivo, social y emocional de los niños y adolescentes. La Academia Americana de Pediatría ha subrayado la importancia del juego para el desarrollo del niño en su informe The Importance of Play in Promoting Healthy Child Development and Maintaining Strong Parent-Child Bonds, publicado en enero de 2007 en Pediatrics, en el que alertaba de que el tiempo de juego de los niños se está reduciendo peligrosamente y advertía que imponer a los niños un estilo de vida acelerado es una fuente de ansiedad y estrés que puede conducir incluso a la depresión. El 41% de los niños de 9 a 13 años se sienten estresados siempre o la mayor parte del tiempo, siendo los niños más sobrecargados de actividades los más estresados, según un reciente estudio de KidsHealth. Y hay pediatras que atribuyen el aumento de diagnósticos del trastorno por déficit de atención e hiperactividad a las crecientes exigencias impuestas a los niños. Nadie dijo que el oficio de padres fuera sencillo, pero entre el dirigismo desmedido y la dejación de las funciones educativas hay que encontrar un punto de equilibrio y sensatez. Y no olvidar que los niños y jóvenes necesitan jugar en paz y tener también su tiempo de libre disposición.

sábado, 16 de febrero de 2008

Otra vez, contra la estupidez

Hace unas semanas comenté que mi apoyo a la expresión colectiva proyectada para el 4 de febrero era más contra la estupidez -las estupideces- de nosotros los humanos, más que contra alguien en particular. Mucha gente también decía algo similar, aclarando que no se debía marchar "contra" nada sino "por..."

Con el mismo enfoque, me sumo ahora a las expresiones colectivas que se preparan para el 6 de marzo. Debe ser, ante todo, el recuerdo de tanto dolor que se ha producido a tanta gente, muertos y torturados y a sus familias que los lloran y los extrañan. Y ese recordar es para que, al menos algunos de nosotros, nos "pellizquemos" y entendamos que, insisto, somos algo cómplices de esas estupideces malvadas, perversas. Cómplices porque nada que mejoramos nuestra información, nuestra cultura política para proponer colectivamente mejores opciones, para exigir mayor decencia a aquellos a quienes elegimos o para sustituirlos con mejor gente.

Desde hace años tengo muy claro que los políticos colombianos que elegimos o que se nombran para los altos cargos de gobierno han llegado al primer plano de la política gracias a triquiñuelas, mentiras, corrupción. Inclusive, quienes llegaron al poder blandiendo buenas tesis, como seres humanos que son, es decir, frágiles, terminan corrompiéndose por ese canto de sirenas que produce el poder.

Soy escéptico mayúsculo desde hace tiempo, antes de que Fernando Vallejo abjurara de la colombianidad, al menos de ciertas partes de esa colombianidad, y de que Mauricio Pombo, hace pocas semanas, se declarara escéptico al ver que su última esperanza, la izquierda, también lo defraudara.

Pero el escepticismo del que hablo, ya lo he dicho antes, también, deja un espacio para ese optimismo de la incertidumbre del que nos hablara Howard Zinn. Ese optimismo de que en algún momento algo pase. Y de que eso que pase resulte trayendo algo bueno o muy bueno, al menos por un tiempo. Pero eso se hace más posible si se crean las circunstancias para que ocurra. No por generación totalmente espontánea. Y una forma clara de propiciar esas circunstancias es mejorar nuestra información y nuestra cultura, en todos los ámbitos, no solo en cuanto a la política sino en, por ejemplo, lo científico, lo cultural, lo social, etc. Si no lo intentamos, si no nos lo proponemos, esa complicidad seguirá existiendo. Y lo será peor porque seguiremos diciendo que "somos buenos" (¡¡¡!!!).

Bueno, una muestra más de la estupidez en la que andamos los seres humanos: leamos esta reflexión que nos trae Aníbal Álvarez sobre un hecho que sucedió en Bagdad pero que con actores diferentes y modos diferentes ha ocurrido en Colombia reiteradamente, sin que lo sepamos, entre otras cosas, muchas veces, porque nos ponemos las vendas en los ojos para no verlos.

http://www.jano.es/jano/ctl_servlet?_f=82&iditem=552

Cuando la inocencia es instrumentalizada por el terrorismo

15 Feb 2008

Aníbal Álvarez

El pasado 1 de febrero dos mujeres con el síndrome de Down preparadas por sus verdugos para ser inmoladas volaron por los aires en Bagdad, muriendo y llevándose con ellas a otras 72 personas. El horror de la noticia recorrió el mundo como un escalofrío. Este blog no nació para azuzar políticamente a nadie ni para condenar ideales, ni siquiera aquellos ideales que atrofian los sentimientos y convierten al hombre en lobo para el hombre, sino para abogar por quienes son zarandeados por la vida y solidarizarnos con quienes viven en el extrarradio de la felicidad, con quienes son objeto de injusticias denunciables y, en general, para prestar nuestra voz y nuestro hombro a quienes han sido despojados de todo, y perdonen el tono paternal, casi panfletario e incluso puede que demagógico, de un comentario que, como este, nace de la indignación y el estupor que en la conciencia causan noticias semejantes. Y digo "puede que demagógico", en condicional y no afirmándolo, porque la verdad sólo se convierte en demagogia cuando se hace un uso espurio o torticero de ella, manejándose para llevar el agua a nuestro molino y obtener así algún sucio beneficio.

Nosotros, y porque es verdad lo decimos, no especulamos con la verdad porque nada sucio o deleznable queremos obtener con ella y medrar haciendo un uso demagógico de la verdad se nos antoja despreciable. Nosotros, y a pesar de que pueda resultar pedante lo decimos a boca llena, convertimos la verdad en un arma cargada de razones éticas y morales para defender aquello que creemos defendible. Dicho esto déjenme agregar que aunque este blog no nació para azuzar políticamente a nadie, ni para fustigar o condenar un terrorismo que con la atrocidad y aberración de sus miserables actos se condena a sí mismo y que se nutre del odio y el fanatismo para extender el miedo y la ponzoña ideológica de quienes quieren construir el paraíso destruyendo el paraíso de quienes no piensan ni sienten como ellos, hoy hemos cogido la pluma para clamar contra la maldad de ese salto "cualitativo" dado por el terrorismo internacional en Irak. Porque convertir en bombas ambulantes a dos pobres mujeres con el síndrome de Down nos parece un acto perverso que tiene como antecedente siniestro a un niño, también con el síndrome de Down, muerto en 2005 en nombre de un dios iracundo o de una ideología tan perversa que se ha olvidado de que existe la piedad. Y como semejante barbarie nos parece que es el no va más allá de la maldad humana, nos preguntamos qué causa política, o religiosa, es la que enturbia tanto la razón y los sentimientos como para conducir a las personas a una perversión tan atroz de las emociones. Y como sabemos que no es posible obtener una respuesta que nos explique lo inexplicable, con este blog le rendimos el tributo de nuestra solidaridad a esos dos ángeles exterminadores –ángeles, ellas sí- inmoladas para satisfacer la causa "sagrada" de un terrorismo para el que la religión y la política son líneas perpendiculares que convergen en el plano siniestro de una geometría de muerte.

domingo, 27 de enero de 2008

Convivencia, Diana Uribe y el Jefe indio Seattle

Espectacular, por lo profundamente humano -a mi juicio-, el programa de hoy de Diana Uribe en Caracol. Lo repiten el sábado próximo a las 11 de la mañana y por ello les recomiendo escucharlo. Nos recordó la carta del Jefe indio Seattle.

El Jefe de la tribu Suwamish le escribió al presidente de Estados Unidos una carta que ustedes conocen, hace cerca de 150 años. Quienes me han leído u oído en los últimos 7 años saben que permanentemente los invito a todos a avanzar en el conocimiento y aplicación de los desarrollos y propuestas de las Ciencias de la Complejidad. Hay mucho conocimiento nuevo, pero, a su vez, se recoge mucho conocimiento viejo, muy viejo, ahora mejor explicado o comprendido. Esto pasa con esa famosa carta. Muchas cosas de las que el sabio jefe indio dice las recogen y profundizan las Ciencias de la Complejidad. Lo extraño es que sus enseñanzas, sus consejos, sus reflexiones no las tenemos en cuenta. Leámosla abajo (la transcribo) y veremos que Seattle nos alertaba sobre ese bendito tema de todos los días de los últimos años, el preocupante calentamiento global.

Pero, además, esa carta es una invitación a buscar maneras de convivir a pesar de las diferencias. Y es que eso es lo que no hacemos. Por el contrario, nuestro ímpetu se centra en acabar con el diferente, con el contrario. Juegos suma cero, dice la Teoría de Juegos. Esto es lo que me causa más pesimismo, como lo he dicho en lo que he escrito en días pasados. Bueno, ese pesimismo no está tan desenfocado, como también lo he dicho, pues está anunciado el Apocalipsis, si recordamos.

Mientras llega el Apocalipsis, probablemente en centenares o miles de años aún, la humanidad seguirá haciéndose mal estúpidamente. Entonces, llevemos la estupidez a sus justas proporciones, disminuyámosla. Propongo una cruzada permanente por ir creando cada día más y más términos de convivencia, desde las cosas sencillas. Teoría de Catástrofes: los grandes cambios no se producen -necesariamente- a partir de eventos grandes o espectaculares; pequeños eventos pueden causar catástrofes (buenas o malas). Recordemos el llamado efecto mariposa. Los bogotanos aprendimos a mirar y , sobre todo, a hacerles caso a las cebras en las calles sin grandes discursos pedagógicos previos: bastó la parada de mimos en esas cebras. Y comenzamos a verlas y a parar -la mayoría de nosotros, no todos- "antecitos" de ellas cuando el semáforo está en rojo. Esa pedagogía novedosa la abandonó Mockus para dedicarse a hacer espectáculo, lastimosamente. Si hubiera seguido con ella, seguro nuestra cultura ciudadana sería hoy mucho mejor. Y hasta se hubiera vuelto a reelegir a Mockus. Bueno, pues propongámomos pequeñas cosas, cada día, en cada espacio, y mejoremos esta convivencia.

De lo contrario, seguiremos matándonos. Se liberan 2 o 3 secuestrados, pero se matan 100 colombianos en los meses subsiguientes. Se habla muy bonito y se llora de emoción por las cosas buenas que pasen -la misma liberación de 3 secuestrados, por ejemplo- pero salimos a pedir la muerte física o la muerte política o civil de la senadora Córdoba, quien ha hecho sus aportes al país, así la embarre con otra torpezas. O, al revés, nos negamos a oponernos a las FARC porque podríamos darles puntos a los del gobierno. Argumentos absurdos, de parte y parte.

Si los que hacen parte del 80% escuchan los argumentos válidos de los del 20% y los del 20% escuchan los argumentos del 80%, insisto, válidos, mucho avanzaríamos. Digo válidos porque lo que veo es que unos y otros repetimos sin confirmar lo que otros nos dicen. Y en ambos lados hay verdades y en ambos lados se dicen muchas mentiras. La fe ciega, amigos, hace daño. Ante todo, porque, como conté hace unos días, es claro que el lenguaje está hecho también para mentir. Justamente hoy leo en el periódico la frase de Shakespeare "El mismo diablo citará las Sagradas Escrituras si ello conviene a sus propósitos" (a sus despropósitos, aclararía yo).

De alguna manera, mi propuesta en este blog es esa: argumentar, pero escuchando. No solo se trata de que los demás me escuchen o me lean. Si no escucho atentamente, repetiré mis errores a pesar de que el otro me esté mostrando alguna verdad. Obvio, con un precepto básico: casi no hay verdad única. Hay verdades.

A propósito, hoy también se publican los resultados de un estudio de la Universidad de Michigan: Discutir con la pareja puede ser bueno para la salud, dado que las personas que reprimen lo que sienten mueren antes. Creo que eso aplica para las relaciones entre todos los seres humanos, jefe-subalternos, compañeros de trabajo, gobierno-oposición, gobernante-gobernado. Discutir con argumentos o, al menos, sin armas letales, en niveles racionales, termina siendo bueno. El unanimismo aburre y no genera evolución.

Bueno, otra vez me jalo las orejas y salgo de mi perorata maniquea (caigo fácil en ella, como se habrán dado cuenta).

Dejemos, entonces, que hable el jefe Seattle. Retomaremos después el tema de la propuesta, la de la cruzada por la creación de más y más condiciones de convivencia, a partir de pequeñas cosas. Dilatemos el Apocalipsis. Y mejoremos la calidad de vida, la nuestra y la de los millones que sufren (hoy también se lee en las noticias cómo las metas de bienestar que se habían propuesto para 2015 no se cumplirán; imposible: seguimos en el individualismo más acendrado, loca carrera apocalíptica, así sepamos que ese Apocalipsis tarda siglos aún).

TEXTO DEL INDIO SEATTLE AL PRESIDENTE DE EEUU.


( Carta de Seattle, jefe de la tribu Suwamish al presidente de los Estados Unidos, Mr. Franklin Pierce, el año 1855, como respuesta a su oferta de compra de las tierras Suwamish.)


El gran caudillo de Washington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El gran caudillo nos ha mandado también palabras de amistad y de buena voluntad. Apreciamos mucho esta delicadeza porque conocemos la poca falta que le hace nuestra amistad. Queremos considerar su ofrecimiento, pues sabemos que si no lo hiciéramos, pueden venir los hombres de piel blanca a tomarnos las tierras con sus armas de fuego. Que el gran caudillo de Washington confíe en la palabra del líder Seattle con la misma certidumbre que espera la vuelta de las estaciones. Mis palabras son inmutables como estrellas.


¿Como podéis comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Se nos hace extraña esta idea. No son nuestros el frescor del aire ni los reflejos del agua. ¿Cómo podrían ser comprados? Lo decidiremos más adelante. Tendríais que saber que mi pueblo tiene por sagrado cada rincón de esta tierra. La hoja resplandeciente; la arenosa playa; la niebla dentro del bosque; el claro en la arboleda y el zumbido del insecto son experiencias sagradas y memorias de mi pueblo. La sabia que sube por los árboles lleva recuerdos del hombre de piel roja.


Los muertos del hombre de piel blanca olvidan su tierra cuando empiezan el viaje en medio de las estrellas. Los nuestros nunca se alejan de la tierra, que es la madre. Somos un pedazo de esta tierra; estamos hechos de una parte de ella. La flor perfumada, el ciervo, el caballo, el águila majestuosa: todos son nuestros hermanos. Las rocas de las cumbres, el jugo de la hierba fresca, la calor de la piel del potro: todo pertenece a nuestra familia.


Por esto, cuando el gran caudillo de Washington manda decirnos que nos quiere comprar las tierras es demasiado lo que nos pide. El gran caudillo quiere darnos un lugar para que vivamos todos juntos. El nos hará de padre y nosotros seremos sus hijos. Hemos de meditar su ofrecimiento. No se nos presenta nada fácil ya que las tierras son sagradas. El agua de nuestros ríos y pantanos no es sólo agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendiésemos las tierras, haría falta que recordaseis que son sagradas y lo tendríais que enseñar a vuestros hijos y que los reflejos misteriosos de las aguas claras de los lagos narran hechos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.


Los ríos son hermanos nuestros, porque nos libran de la sed. Los ríos arrastran nuestras canoas y nos dan sus peces. Si os vendiésemos las tierras, tendríais que recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son hermanos nuestros y también vuestros. Tendríais que tratar a los ríos con el corazón.


Sabemos bien que el hombre de piel blanca no puede entender nuestra manera de ser. Tanto le importa un trozo de tierra que otro, porque es como un extraño que llega de noche a arrancar de la tierra todo lo que necesita. No ve la tierra como una hermana, sino más bien como una enemiga. Cuando la ha hecho suya, la menosprecia y sigue andando. Deja atrás las sepulturas de sus padres y no parece que eso le duela. No le duele desposeer la tierra de sus hijos. Olvida la tumba de su padre y los derechos de sus hijos. Trata a la madre tierra y al hermano cielo como si fueran cosas que se compran y se venden; como si fuesen animales o collares. Su hambre insaciable devorará la tierra y detrás suyo dejará tan sólo un desierto.


No lo puedo comprender. Nosotros somos de una manera de ser muy diferente. Vuestras ciudades hacen daño a los ojos del hombre de piel roja. Tal vez sea porque el hombre de piel roja es salvaje y no puede entender las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre de piel blanca; ningún lugar donde se pueda escuchar en la primavera el despliegue de las hojas, o movimiento de las alas de un insecto. Tal vez me lo parece a mi porque soy un salvaje y no comprendo bien las cosas. El ruido de la ciudad es un insulto para el oído. Y yo me pregunto: ¿qué tipo de vida tiene el hombre cuando no es capaz de escuchar el grito solitario de una garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor del charco? Soy un hombre de piel roja y no puedo entender. A los indios nos deleita el ligero murmullo del viento fregando la cara del lago y su olor después de la lluvia del mediodía, con su peculiar fragancia.


El hombre de piel roja es conocedor del valor inapreciable del aire ya que todas las cosas respiran su aliento: el animal, el árbol, el hombre. Pero parece que el hombre de piel blanca no sienta el aire que respira. Como un hombre que hace días que agoniza, no es capaz de sentir la peste. Si os vendiésemos las tierras, tendríais que dejarlas en paz y que continuasen sagradas para que fuesen un lugar en el que hasta el hombre de piel blanca pudiese saborear el viento endulzado por las flores de la pradera.


Queremos considerar vuestra oferta de comprarnos las tierras. Si disidiéramos aceptarlo tendré que poneros una condición: que el hombre de piel blanca mire a los animales de esta tierra como hermanos.


Soy salvaje, pero me parece que tiene que ser así. He visto búfalos a miles pudriéndose abandonados en las praderas; el hombre de piel blanca les disparaba desde el caballo de fuego sin ni tan sólo pararlo. Yo soy salvaje y no entiendo porqué el caballo de fuego vale más que el búfalo, ya que nosotros lo matamos sólo a cambio de nuestra propia vida. ¿Qué puede ser del hombre sin animales? Si todos los animales desapareciesen , el hombre tendría que morir con gran soledad de espíritu. Porque todo lo que les pasa a los animales, bien pronto le pasa también al hombre. Todas las cosas están ligadas entre sí.


Haría falta que enseñaseis a vuestros hijos que el suelo que pisan son las cenizas de los abuelos. Respetarán la tierra si les dices que está llena de vida de los antepasados. Hace falta que vuestros hijos lo sepan, igual que los nuestros, que la tierra es la madre de todos nosotros. Que cualquier estrago causado a la tierra lo sufren sus hijos. El hombre que escupe a tierra, a sí mismo se está escupiendo.


De una cosa estamos seguros: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red que es la vida, sólo es un hijo. El sufrimiento de la tierra se convierte a la fuerza en sufrimiento para sus hijos. Estamos seguros de esto. Todas las cosas están ligadas como la sangre de una misma familia.


Hasta el hombre de piel blanca, que tiene amistad con Dios y se pasea y le habla, no puede evitar este destino nuestro común. Tal vez sea cierto que somos hermanos. Ya lo veremos. Sabemos una cosa que tal vez descubriréis vosotros más adelante: que nuestro Dios es el mismo que el vuestro. Os pensáis que tal vez tenéis poder por encima de Él y al mismo tiempo lo queréis tener sobre todas las tierras, pero no lo podéis tener. El Dios de todos los hombres se compadece igual de los de piel blanca que de los de piel roja. Esta tierra es apreciada por su creador y estropearla sería una grave afrenta. Los hombres de piel blanca también sucumbirán y tal vez antes que el resto de tribus. Si ensuciáis vuestra cama, cualquier noche moriréis sofocados por vuestros propios delitos. Pero veréis la luz cuando llegue la hora final y comprenderéis que Dios os condujo a estas tierras y os permitió su dominio y la dominación del hombre de piel roja con algún propósito especial. Este destino es en verdad un misterio, porque no podemos comprender que pasará cuando los búfalos se hayan extinguido; cuando los caballos hayan perdido su libertad; cuando no quede ningún rincón del bosque sin el olor del hombre y cuando por encima de las verdes colinas nuestra mirada encuentre por todas partes las telarañas de hilos de hierro que llevan vuestra voz.


¿ Dónde está el bosque espeso? Desapareció. ¿Dónde está el águila? Desapareció. ¡Así se acaba la vida y empezamos a sobrevivir!


CHIEF SEATTLE.

Chief Seattle, Suquamish
1786 - 1866

sábado, 26 de enero de 2008

4 de febrero CONTRA LA ESTUPIDEZ

Una nota más hoy:

Mi protesta hoy, mañana, el 4 de febrero y después, será contra la estupidez, no solo contra las FARC.

Tristemente, pero "realistamente", termina uno, a la vuelta de los años, en reconocer que la frase de Turbay Ayala, aquella que decía algo así como que "hay que llevar la corrupción a sus justas proporciones -o a unos niveles razonables, no recuerdo bien-", es válida. Se le criticó harto en esa época, porque se esperaba que dijera más bien que "hay que acabar la corrupción". Ya la vida, la experiencia, el repaso a toda la historia de la humanidad, nos aclaran que es tonto esperar que desaparezca la corrupción, que desaparezca "el mal". Utopía. "Somos malos, salvajes, por naturaleza", diría un maestro mío.

Parafraseando a Turbay, entonces, "hay que llevar la estupidez a unos niveles razonables", o, mejor, a unos niveles menos irracionales. Me refiero, entonces, a la estupidez de las FARC, sí, y la rechazo ya sin contemplaciones. Hay que buscar mejores formas de transformar este lamentable estado de cosas que hay en Colombia, si es que en verdad eso es lo que pretenden. Ya hoy lo dudamos. Pero me refiero también a la estupidez de otros, a la de quienes ahora ciegamente se van al otro extremo -bien se aplica acá eso de que "los extremos se juntan"- y cierran posibilidades de diálogo, de acuerdos humanitarios, etc. Y nos mienten y nos engañan y hacen subir su popularidad con sus mentiras. No hay duda de que muchas cosas han mejorado en este país en los últimos 5 años. Pero no mejora la injusticia, la inequidad.

Si se acabaran las FARC y el ELN el país que quede no va a ser un país bueno. Y no solamente por los daños de esas guerrillas. Es que hay muchísimos más "malos" que los "bandoleros", como "simplistamente" los denominan las esferas oficiales. Y a eso no le estamos poniendo atención. Porque no conviene (en esas esferas oficiales).

Bueno, en fin, habrá tiempo de referirnos otra vez, otras veces, a cada rato, sobre esto. Por hoy, recuerdo que el 4 de febrero protestaré, como hoy y como mañana -en mis pequeños espacios- contra las FARC en particular por sus pésimas acciones dañinas y porque, de fondo, son las causantes de que hoy se apoye ciegamente, con más del 80% de favorabilidad, un gobierno que no es tan bueno como se ha hecho creer. Lo digo con base en información seria, amigos. No por un capricho antiuribista ni por estar comprometido con otros partidos ni movimientos: no pertenezco a ninguno, así admire a algunos políticos serios. Pocos son los que hay. Lástima.

Los 68

Constanza, mi hija, me sugiere transcribir el artículo que apareció hoy en ELTIEMPO.COM, infortunadamente sin firma, sobre lo que aconteció en mayo de 1968 ("mayo del 68"). Como todo lo que aquí se publica, sé que habrá opiniones diferentes, diversas -de hecho, para eso se publica un blog-, pero lo cierto es que para muchos mayo del 68 significó toda una revolución. Me encanta del artículo, dentro de muchas cosas, la frase que resalto. Y no es que me proponga dar lecciones morales, sino que en ese concepto, DAR, encuentro una de las cosas que más placer me han proporcionado en la vida.

Les decía a mis hijos, Constanza y David Andrés, hace unas semanas -también por Internet-, que mi pesimismo sobre la humanidad estriba en que el humano que mejor conozco me ha demostrado su fragilidad inmensa, su proclividad a lo "malo", a lo salvaje, a pesar de que conscientemente se ha propuesto ser "bueno" y haga permanentes ejercicios para serlo; esa parte "mala" brinca, salta, emerge, se destapa en el momento menos pensado, incontrolable, incómoda, dañina. Ese ser humano al que mejor conozco, lo adivinan ustedes bien, soy yo. Yo.

Entonces, sigo pesimista. Pesimista y optimista, como ya dije en otra ocasión. Optimista, precisamente por lo que dije arriba. Porque también sé que a muchos, muchos -afortunadamente- les sale de alguna parte, también, la satisfacción del DAR. De DARSE. Y, además, han encontrado que dar trae buenos resultados. Se revierte en mi mi acción generosa (Anthony de Mello, el Jesuita que dice cosas interesantes, sin la superficialidad de ese brasileño con quien lo confunden a ratos, Coelho, desmitifica, sin embargo, el concepto de generosidad cuando habla de "la farsa de la caridad" en su libro ¡Despierta!: "La caridad es el amor propio disfrazado de altruismo". Tema para discutir, sin duda, pero que no se aleja de la realidad en muchas ocasiones, sobre todo en esas que se dan para el espectáculo. Y vuelvo a recordar el libro de Debord, La sociedad el espectáculo).

Bien, para pasar a hacerle caso a la buena sugerencia de mi hija, termino con la perorata maniquea de mis anteriores párrafos con esta frase de Édgar Morin, a propósito del optimismo dentro del pesimismo: "Mi optimismo se funda en lo improbable"

Constanza también me recomienda el libro "Los 68", de Carlos Fuentes. Por las reseñas que encontré en Google, creo que mi hija tiene razón.

Este es el artículo de ELTIEMPO.COM

¡Abajo el 68! ¡Viva el 68!

En el 2008 se discutirá la huella del año emblemático de la revolución cultural de los sesenta, cuyo epicentro fue el mes de mayo en Francia, cuyo presidente se proclama hoy anti 68.
"Mayo del 68 impuso el relativismo cultural y moral, la confusión entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso", declaró en su campaña presidencial el candidato derechista Nicolás Sarkozy y luego pidió "liquidar esa herencia".


A finales de los sesenta, miles de estudiantes protestaron durante un mes contra el mundo de sus padres con lemas como 'prohibido prohibir' y 'la imaginación al poder'. A pesar de que la economía es boyante y el empleo abunda, violentas manifestaciones en pleno corazón del Barrio Latino de París mantuvieron en jaque a las autoridades. El presidente Charles de Gaulle se vio obligado a realizar elecciones anticipadas. Interminables reuniones en universidades, colegios, empresas y teatros sobre cómo cambiar el mundo se realizan en el día, mientras que la liberación sexual acapara las noches.

La candidata presidencial socialista Ségolène Royal respondió a Sarkozy que no olvidara que "Mayo del 68 también fueron 11 millones de trabajadores en huelga general que obtuvieron mejoras salariales así como el derecho a la contracepción para las mujeres y un viento de libertad contra una sociedad completamente bloqueada". 40 años después, la izquierda celebra el Mayo francés como un gran movimiento de democratización, liberalización y modernización de la sociedad que aportó, entre otras cosas, la legalización del aborto, la posibilidad para las mujeres de abrir una cuenta bancaria sin autorización del marido, el derecho a la igualdad profesional entre hombres y mujeres, el reconocimiento del derecho de los homosexuales, etc.

La derecha ataca en cambio los excesos verbales y la reivindicación de derechos sin acompañarlos de deberes, la sacralización del individuo y sus deseos. También achaca la crisis actual de la educación a la dimisión tanto de los padres incapaces de imponer reglas a sus hijos como de la escuela que dejó de transmitir conocimientos para garantizar la realización personal del alumno. Al clima de contestación que legitimó la violencia también se le atribuyen varios asesinatos a manos de grupos extremistas.

La paradoja es que Sarkozy no es un auténtico fiscal de esa protesta juvenil sino más bien uno de sus frutos. A finales de diciembre, 2 meses después de divorciarse, se paseaba en bluyines y gafas oscuras por el Nilo con su nueva novia, la ex modelo y cantante italiana Carla Bruni. Cuando fue elegido, Sarkozy acababa de reconciliarse con su esposa Cecilia, quien había vivido varios meses con otro hombre en Nueva York.

Sarkozy no solo es el primer presidente francés que se divorcia en pleno ejercicio del poder, sino que además ha lanzado un proyecto de ley para facilitar los divorcios. ¿Caerá su popularidad por dinamitar de esa manera el modelo de la familia tradicional? Por supuesto que no. En la sociedad francesa post 68 lo que cuenta es la felicidad personal. Mayo del 68 acentuó lo que viene fraguándose desde hace decenios: el individualismo moderno. Primero yo, segundo yo, tercero yo. La tolerancia de los franceses hacia su presidente se explica porque los valores de la sociedad católica y rural del decenio de los sesenta -autoridad vertical, moral tradicionalista, ética del esfuerzo, disciplina escolar, familia patriarcal- fueron reemplazados por los de la sociedad industrial, hedonista e individualista en pleno auge hoy día.

Sin la ética permisiva y el culto al deseo que impuso el Mayo francés, Sarkozy muy probablemente no sería hoy presidente. Ni podría aceptar tampoco que un amigo multimillonario le preste un yate para pasar vacaciones con Cecilia en Malta y luego un avión para pasar vacaciones con Carla en Egipto. La crisis de la izquierda francesa es anterior a la derrota de la candidata socialista Ségolène Royal en las presidenciales, pero se ha acentuado desde entonces.

El filósofo Bernard-Henry Lévy, asesor de Royal en la campaña, escribió un libro sobre las dificultades de ser hoy día de izquierda, titulado Ce Grand Cadavre Tombé à la Renverse (Grasset, 2007), expresión que utilizó Sartre en los sesenta para calificar a la izquierda y cuya traducción literal sería "este gran cadáver caído de bruces". Uno de los acontecimientos que evoca BHL para seguir siendo, a pesar de todo de izquierda, es Mayo del 68, un "auténtico momento de poesía como la historia de un país conoce finalmente pocos", pero también "el acto de nacimiento de un antitotalitarismo de izquierda, y de masa, que se estaba buscando desde hacía medio siglo".

BHL celebra de esa revuelta estudiantil "los intercambios de pasiones; las impaciencias compartidas; el arte contra la cultura; la vida contra la supervivencia; todas esas vidas, ya sea transtornadas, intimidadas o acomodadas en una vejez precoz, que se despiertan de repente durante esa primavera; el mundo que cambia, no de base, sino de gusto; el gusto, no de tomar, sino de dar; ¡ah, qué tontería esa imagen de un Mayo del 68 hedonista, predador, inventor del egoísmo consumista, cuando fue en realidad todo lo contrario: un verdadero momento para darse!"

El 68: Sismo Cultural

"Un movimiento idealista que se expresó en cultura, política y una manera distinta de ver el mundo. Un legado que sigue vivo", dice un extenso informe del semanario "Newsweek", dedicado a los 40 años de 1968, "el año que cambió todo". El informe lo relaciona con la década de los sesenta, como uno en la serie de convulsiones que más tarde se ha entendido como secuencia de la guerra, pero concentradas en acontecimientos emblemáticos de un año que vio varias, la más resonante el 'mayo francés', cuando la revuelta estudiantil se extendió a los sindicatos paralizando el país y sacudiendo el gobierno del general De Gaulle, cabeza de la resistencia al nazismo.

La revuelta contestataria francesa había sido precedida por otra de sentido antiautoritario en Alemania, que después repercutió en universidades de E.U., donde se vivía el drama del Vietnam en cabeza de Lyndon Johnson, presidente luego del atentado a Kennedy, cuyo hermano, Robert, precandidato demócrata, fue asesinado ese año, como el líder de la minoría negra Martin Luther King.

Otros hitos del levantamiento juvenil tuvieron lugar en México, en la matanza de Tlatelolco, en víspera de los Olímpicos, y en Checoslovaquia en la llamada 'primavera de Praga', insurgencia contra la ocupación soviética sofocada brutalmente. El mundo fue distinto luego de varias reivindicaciones: la anticolonial del tercer mundo y de las minorías: femenina, homosexual, racial; la exigencia de los derechos humanos; la liberación de expresiones y tabúes, el sexual para empezar, facilitado por la generalización de métodos anticonceptivos como la famosa píldora; las del pacifismo, el hippismo y la psicodelia de donde derivaría el narcotráfico.

Se afectó la actitud ante instituciones, tradición, costumbres, vida familiar, moda, artes, estas por el movimiento pop, popularización, masificación y deselitización del objeto artístico. La música fué, en primer lugar, voz propia de la primera generación atómica, espacial y global, cuando la explosión del rock mostró su afán, al ir los Beatles, ícono por excelencia, a la India a buscar repuesto espiritual a la deshumanización de consumismo y tecnología. Se habló entonces de una cultura juvenil facilitada por un mercado propio gracias a la bonanza de la reconstrucción europea.

La cultura de la cual el 68 es símbolo tuvo dos vertientes: la contracultural y la revolucionaria, de la cual América Latina fue escenario especialmente sangriento. Aunque de todo eso no queda hoy sino nostalgia, algunas conquistas y más de un daño, lo menos que puede decirse, como "Newsweek", es que algo de eso vive.

domingo, 20 de enero de 2008

"Mi vergüenza"

Amigos:

Bien lo dije en el mensaje inicial: no es fácil escribir en el blog. Hace falta tiempo, sobre todo, si se quiere que quede bien dicho lo que uno quiere decir.

Pero no quiero aplazar algún par de manifestaciones sobre las cosas que pasan en este país. Solo un par de cosas diré hoy, pero lo que pasa en el país son verdaderamente muchas cosas. ¡Y no pasa nada! Que es lo triste. Tenemos el conflicto más largo del mundo (aunque oficialmente no lo hay), tenemos el guerrillero más viejo del mundo, tenemos los secuestrados por más tiempo en el mundo: ¡nos acostumbramos a todo! Tanto, que muchos colombianos abogan porque no se vuelva a cambiar de presidente.

Hace unos meses enviaba un correo a mis amigos en el que transcribía unos artículos acerca de gente a la que le parece que hay que impulsar la política de no pensar, alguno de ellos con un título que decía Abajo la inteligencia (algún par de artículos que hoy enviaré se relacionan con esto, también). Esperamos al mesías que nos salve, porque se cree que es esa la solución. Nunca lo será, pero nos acostumbramos, cómodamente, a no pensar. Y como, aparentemente -según las encuestas lo piensa así el 70% de los colombianos-, llegó el mesías, ¡para qué pensar!

Pues no pienso así. Por eso, me sumé por Internet, hace 15 días, al coro de quienes impulsan la marcha contra las FARC del 4 de febrero. Porque hay que rechazar lo que hacen. Confieso que admiré a los guerrilleros hace varios años, cuando parecían tener un proyecto político de justicia social, esa que tanta falta en este país que es el que peor distribución de la riqueza tiene.

Pero no. Llevo algunos años oyendo los mensajes a los secuestrados y, sinceramente, me dolía pensar en que como país fuéramos inmunes a esa situación (por eso, mis frecuentes "gritos lastimeros" pero impotentes de "hay que hacer algo" que ustedes me leyeron en repetidas ocasiones). Entonces, rechazo, no comparto que busquemos la justicia -si fuera cierto que eso es lo que eso es lo que sigue buscando la guerrilla; si fuera cierto- secuestrando gente, matando civiles, etc. Eso es bárbaro.

Por eso, entonces, me sumo a la protesta nacional del 4 de febrero. Con un sin embargo: sin embargo, no quiero que mi protesta contra las FARC la asuman algunos como que me sumo a favor de un gobierno en el que tampoco creo. Medio enterado ando de lo que es, de lo que ha sido mucha gente del gobierno o cercana a él, para decir que lo apruebo. Es un imposible moral (y aquí tengo que manifestar mi tremenda frustración: miro a muchos lados y no veo, salvo contadas excepciones, gente líder en la que uno pueda creer para votar por ella: me defraudó mucho de lo que conocí de la izquierda como gobernante recientemente, aunque sigue habiendo allí muchísima gente honrada, luchadora, a la que le tributo mi afecto, mi admiración, mi apoyo).

Espero que la protesta fuera el inicio de una mayor conciencia de lo que hay que hacer como nación: o somos más solidarios, más responsables, más honrados, menos cómodos, o nos hundimos más.

García Márquez decía hace unos 15 años que el libro que a él le hubiera gustado escribir era La casa de las bellas durmientes. Entendí por qué lo dijo: es un libro bellísimo, de Kawabata (inclusive, García Márquez se quiso sacar la espinita escribiendo Memoria de mis putas tristes, pero no le salió bien: no le da ni a los talones, en mi sentir, a la obra de Kawabata) . Bien, refiero esta anécdota porque leí ayer una columna de Iván Marulanda en el periódico Un Pasquín, que, frente a lo que les he escrito arriba, yo digo que esa columna me hubiera gustado haberla escrito yo. Pero como no lo hice, y quiero compartir con ustedes lo que dice Iván Marulanda, casi como si lo hubiera dicho yo, al menos en la mayoría de su contenido, transcribo el texto en seguida (lo encontré, gracias a Google, en una página diferente a la de Un Pasquín, pues curiosamente allí no apareció; la página es http://groups.google.com/group/LogiaDeMasones/msg/8173142cc377c68e; aclaro, no tengo nada que ver con esta logia). Se llama Mi vergüenza. Y yo tengo, también, vergüenza. Aquí va:

MI VERGÜENZA
Por: Iván Marulanda Rionegro 2007-12-02
Siento vergüenza. Los que posamos en este país de “dirigentes”, empezando por los que tienen poder político, espiritual, social, económico, intelectual, pero incluyendo a los que no lo tenemos, somos una parranda de inútiles, faroleros y pusilánimes.
Las imágenes que llegan de la selva son escupitajos en la cara de todos. Ingrid, Luís Eladio, los policías, los norteamericanos, los demás que permanecen invisibles pero penetran nuestras mentes con su ira que vuela de cordillera en cordillera, nos condenan a la indignidad por cobardes, por inhumanos, por mierdas.
Los últimos diez años los han padecido estos seres humanos encadenados a árboles, a la intemperie, enterrados en pantaneros infestados de zancudos, muriéndose gota a gota, en agonías que lindan con la eternidad, dejando sus jirones de vida tirados en el fangal, olvidados, torturados, engullidos en carne viva por las fauces de la manigua y las de sus verdugos, los bárbaros de las FARC. Guerreros alienados por rabias y miedos que les vaciaron la razón.
Mientras tanto Colombia, el país más feliz del mundo, de reinado en reinado, de fiesta en fiesta, de bacanal en bacanal. Jolgorios impúdicos de “personalidades” se publicitan con pelos y señales en libros de postín.
En medio del éxtasis, no hay día en el que no se refrieguen las excelencias de la economía, la “confianza” en el país, la “seguridad”, las fortunas que ganan empresas y potentados que se despachan el cacareado crecimiento del producto interno bruto. No hay noticiario que no exhiba la farándula del éxito, gente linda, bien vestida, bien comida, bien bebida, bien bailada, bien refocilada, pavoneándose ante la mirada absurda del pobrerío.
Noticiarios, pasarelas de capos que desfilan exhibiendo su currículum vitae. Listados infinitos de propiedades arrebatadas a sangre y fuego a viudas y campesinos. Colecciones de masacres y fosas comunes. Fortunas extravagantes. Cínicos que nos imprecan en la cara “¡Güevones! Esperen que ahí vamos con paz y salvos al día, a gozarnos las caletas, las ganaderías de ceba y los rebaños de terneritasprepago”.
¡Ah! Y la diarrea de encuestas, propaganda para que los colombianos no olvidemos que nos gobierna el hombre más perfecto del mundo. Presidente alharacoso y energúmeno que con su pertinacia anda haciéndoles mandados a los poderosos, pagando facturas a los paracos y trampeando la Constitución, aliado con congresistas indagatoriados y huecos que garantizan su morosidad en el palacio de gobierno, cual reyezuelo africano.
Gritador de diatribas a micrófono boleado, exhibicionista, patético, con la mira fija en el “rating” de popularidad, bombea sin piedad plata a la guerra de este país de pordioseros, la friolera de nueve mil millones de dólares al año.
Alvaro Uribe es inepto para hacer el Acuerdo Humanitario que libere a Colombia del oprobio y la indignidad, porque los prisioneros inocentes, sus vidas, sus libertades, sus familias, le importan un sieso en el desquicie de ensartar cabezas de guerrilleros en la punta de su lanza.
Pero la cosa es conmigo mismo. Me siento una piltrafa humana. A pesar de mi rabia que no me ha dado tregua en estos años, no he hecho nada útil para ayudar a que regresen a casa Ingrid, Luís Eladio y centenares de secuestrados que se pudren en los rastrojos de este país de terror. “El más feliz de la tierra, el mejor gobernado” ¡Degenerado!
Cuánto diera por encontrar un frente de lucha que enlace mi solidaridad con esos seres martirizados para que algún día en libertad, me perdonen mi impotencia. Cuánto diera por zafarme del sartal de mentiras y fanfarronerías que enmascaran a esta sociedad horripilante, capaz de soltar sin pudor luces de bengala sobre las cabezas agobiadas de compatriotas que padecen semejante infierno. Dedicada a divertirse y a vengarse, en vez de redimirse.
PD: Repruebo los insultos de Chávez al gobierno de Colombia, pero agradezco lo que hace por nuestros secuestrados. Y delante de Piedad Córdoba
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Creo que es suficiente por hoy. Se me quedan otros comentarios y, sobre todo, otras columnas de otros por transcribir (¿qué hago, si otros dicen mejor las cosas que yo quiero decir?).

Un abrazo.

jueves, 17 de enero de 2008

El optimismo de la incertidumbre

La mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta
Gilbert Keith Chesterton (tomado de http://www.jano.es/jano/ctl_servlet?_f=82&iditem=540)

Amigos:

Mercedes Arévalo me hizo llegar el siguiente ensayo de Howard Zinn, con unas palabras de ella que lo anteceden. Como esas palabras de ella y las de él son más bellas que las mías, guardo silencio (Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, mantente callado: proverbio árabe -creo-):

Gonzalo:

Muchas gracias por participarme de todos esos artículos tan interesantes y estar al tanto de los desarrollos del pensamiento complejo. También gracias por compartir esos sentimientos que surgen siempre de las veleidades humanas en época de inicio de un nuevo año. Comparto gran parte de su pensamiento sobre la felicidad y sobre la actitud personal frente al desarrollo de los acontecimientos de esta nuestra aldea llamada Colombia, y me hizo recordar la postura de Howard Zinn, quien a pesar de todo, sido un gran luchador toda su viday se ha distinguido por su honestidad e inteligencia. A mi me ayudo a comprender muchas cosas de la historia de la guerra y la pobreza su libro " A people's history of United states", especialmente el capítulo sobre la guerra de Vietnan. Por eso mismo, quiero compartirle este corto pero muy interesante ensayo.

Cordialmente,

Mercedes Arévalo


El optimismo de la incertidumbre
Howard Zinn

En este mundo atroz, donde el esfuerzo de la gente altruista a veces flaquea ante las acciones de aquellos que acaparan el poder, ¿cómo es posible mantener el entusiasmo y continuar activo?Tengo absoluta confianza no solamente en que el mundo va a mejorar, sino en que no deberíamos dar el juego por perdido antes de haber tirado todas las cartas. La metáfora es intencional: la vida es un juego. Al no jugar se descarta toda posibilidad de triunfo. Al jugar, al actuar, se crea al menos una posibilidad de cambiar nuestro mundo.Existe la tendencia a pensar que lo que vemos en el momento presente tiende a continuar indefinidamente. A veces olvidamos nuestro frecuente asombro ante el súbito derrumbe de las instituciones, ante los repentinos giros de conciencia en la gente, ante la inesperada rebelión contra la tiranía y ante el imprevisto colapso de sistemas de poder que en un tiempo parecían inmutables.Lo que llama la atención en la historia de los últimos cien años, es su absoluta impredecibilidad. La revolución que derrocó al zar de Rusia, uno de los imperios semi-feudales más indolentes, logró no solamente asombrar a las naciones imperiales más avanzadas sino que tomó por sorpresa al mismo Lenin, obligándole a viajar precipitadamente en tren a Petrogrado. ¿Quién hubiera previsto los insólitos cambios durante la Segunda Guerra Mundial, el pacto nazi-soviético (esas penosas fotos del apretón de manos entre Von Ribbentrop y Molotov), la embestida del ejército alemán a través de Rusia, al parecer invencible, causando infinidad de muertes, para luego ser rechazado a las puertas de Leningrado, en el límite occidental de Moscú, en las calles de Stalingrado, concluyendo con la derrota del ejército alemán y Hitler arrinconado en su bunker de Berlín, esperando la muerte?Luego vino la posguerra y el mundo tomó un curso que nadie hubiera sido capaz de anticipar: la revolución comunista en China, la tumultuosa y desaforada revolución cultural, y luego otro giro radical, cuando la China post-maoísta renuncia a las ideas e instituciones más celosamente defendidas al dar entrada al occidente y coquetear con entidades capitalistas, ante el asombro del mundo entero.Nadie pronosticó la inmediata desintegración de los antiguos imperios occidentales después de la guerra, o la singular plétora de sociedades que serían creadas en los países recién independientes, desde el afable socialismo aldeano de Nyerere, en Tanzania, hasta la locura de Idi Amin en la vecina Uganda. España se convirtió en un escándalo. Recuerdo que un veterano de la brigada Abraham Lincoln me decía que no era posible imaginar que el fascismo español pudiera ser derrotado sin que ocurriera otra sangrienta guerra. Pero después de que muriera Franco, surgió una democracia parlamentaria abierta a los socialistas, a los comunistas, a los anarquistas y a todos los demás.El final de la Segunda Guerra Mundial resultó en dos superpotencias con sus respectivas esferas de influencia y control, en continua rivalidad por la hegemonía militar y política. Sin embargo, no lograron controlar los acontecimientos, ni siquiera en aquellos lugares considerados como sus respectivas esferas de influencia. La Unión Soviética fracasó en su intento de dominar Afganistán, y su decisión de retirarse después de una década de brutal intervención fue la evidencia más contundente de que no obstante la posesión de armas termonucleares, no es fácil subyugar una población resuelta. Estados Unidos ha enfrentado la misma realidad, emprendiendo una guerra a gran escala en Indochina, perpetrando el bombardeo más despiadado sobre una pequeña península en la historia del mundo, y aun así se vio obligado a retirarse. En los titulares de los periódicos vemos a menudo otros casos de los malogrados intentos de dominio por parte de los presuntos invencibles sobre los presuntos humildes, como en Brasil, en donde un movimiento de gente pobre y de jornaleros eligió a un nuevo presidente comprometido a combatir el vil absolutismo de las corporaciones.Repasando este catálogo de enormes sorpresas, es evidente que la lucha por la justicia no se debe abandonar jamás por temor a la ventaja que supuestamente poseen aquellos que, por medio de las armas y el dinero, se muestran implacables en su afán de aferrarse al poder. Ese poder aparente se ha mostrado frecuentemente vulnerable a cualidades humanas menos tangibles que las bombas y los dólares: temple moral, entrega, determinación, unidad, organización, ingenuidad, perspicacia, valor y paciencia, ya sea por parte de negros en Alabama y Sudáfrica, campesinos en El Salvador, Nicaragua y Vietnam, o trabajadores e intelectuales en Polonia, Hungría y la misma Unión Soviética. No existe sobrio criterio respecto al equilibrio del poder que logre disuadir a un pueblo convencido de que su causa es justa.He intentado muchas veces unirme al pesimismo con que mis amigos ven nuestro mundo (¿o serán solamente mis amigos?), pero me sigo topando con gente que, a pesar de toda la evidencia de trágicos acontecimientos que pasan por todas partes, me transmiten esperanza. Especialmente la gente joven, de quienes el futuro depende. Dondequiera que voy, me encuentro con gente así. Y más allá del puñado de activistas, parece haber cientos o miles más que son afines a las ideas poco ortodoxas. Pero tienden a no estar en contacto con los demás y por lo tanto, mientras resisten, lo hacen con la paciencia desesperada del infatigable Sísifo empujando tenazmente la roca a la cima de la montaña. Intento recordar a cada grupo que no están solos, y que la misma gente que zozobra por la falta de un movimiento nacional es testimonio de la magnitud de dicho movimiento.El cambio revolucionario no llega en un momento turbulento (¡cuidado con esos momentos!) sino como una infinita sucesión de sorpresas, rumbo a una sociedad más digna. No es necesario emprender acciones excelsas o heroicas para participar en el proceso del cambio. Los actos pequeños, cuando son multiplicados por millones de personas, pueden transformar el mundo. Incluso cuando no "triunfamos", nos queda la satisfacción y el optimismo de haber participado, al lado de mucha otra gente altruista, en algo que vale la pena. Hace falta la esperanza.Un optimista no es necesariamente un risueño despistado, cantando tiernamente en la penumbra de nuestros tiempos. Tener esperanza en la adversidad no es una simple necedad romántica. Se basa en el hecho de que la historia de la humanidad no se basa solamente en la crueldad, sino también en la compasión, el sacrificio, el valor y la virtud. Lo que decidamos enfatizar en esta sinuosa historia determinará nuestras vidas. Si solo vemos lo peor, se derrumba nuestra capacidad de actuar. El recordar tiempos y lugares, y son muchos, donde la gente se ha comportado dignamente, nos da la voluntad de actuar, y por lo menos la posibilidad de virar este mundo perinola en una diferente trayectoria. Y si actuamos, aun en mínima capacidad, no tenemos que esperar un espléndido futuro utópico. El futuro es una sucesión infinita de presentes, y vivir hoy tal como creemos que la gente debe vivir, en desafío total ante el mal que nos rodea, es en sí una victoria extraordinaria.

Invitación a seminarios - tertulias

Hola, amigos (los que recibieron esta invitación por correo pueden obviar este mensaje):

Una de las formas de "hacer algo" frente a las cosas "malas" que tanto nos duelen (¿?), o que tanto criticamos es profundizar en su análisis, en su comprensión (en su comprensión compleja, digo, pues la comprensión simple la hacemos con una facilidad increíble, con un riesgo muchísimo mayor de equivocarnos, de engañarnos y de propiciar que nos engañen: sostengo la tesis de que los colombianos deseamos, ansiamos que nos mientan y rechazamos con fiereza a quienes intentan decir alguna verdad).

Recordarán ustedes que últimamente les he participado de mi buen grado de escepticismo y de mi lastimero "¡hay que hacer algo!". Pues bien, paso al campo propositivo: hemos acordado con nuestra amiga Mariela -con quien "fundamos" hace más de 6 años ese seminario de Complejidad que desarrollamos durante más de dos años alrededor de las conferencias de Jorge Sandoval- intentar refundar el seminario, contando, ojalá con la colaboración de Jorge, nuevamente, y la de algunos otros conferencistas -ya los hay hoy más que hace 5 años, que manejen seriamente la temática de Complejidad-.

El intento se hará siempre y cuando consigamos "cómplices" que nos permitan asegurar de manera prepago el recaudo de $200.000 por cada sesión (gastos de pago al conferencista, tintos, cuidador de carros, préstamo barato de salones, etc.). Parece que ya hay cerca de 10 a 15 personas y buscamos mínimo otras 5 a 10, que estén dispuestos a dar $10.000 por cada sesión. Digo que prepago porque es conveniente garantizarle al conferencista su pago (en las últimas sesiones del pasado seminario "quebramos" a los conferencistas, pues la gente salía corriendo al terminar la sesión y... ¡ni modos!).

Haríamos sesiones cada 15 días y consideramos que mínimo debemos tener siempre prepagas 3 sesiones para atrevernos a hacer el "contrato" con cada conferencista con anticipación. Regla de juego que espero no sea demasiado difícil de cumplir.

Si hay más de 20 inscritos la plata que sobre servirá para, por ejemplo, comprar libros de Complejidad que serían rifados dentro de los asistentes (acordaríamos la mecánica después: una boleta por cada $10.000 aportados, ¿podría ser?).

Somos honrados, créannos: no es un negocio para nosotros.

Bien, la idea es que comencemos a mediados de febrero, pero solo si 15 días antes ya tenemos confirmados los asistentes y recaudada la plata de las 3 sesiones (tesorera: Mariela); de lo contrario, esperaremos algunas semanas (¿2?) para concretar la idea; si no, listo, no se hace.

Esperamos su confirmación, entonces.

Por otra parte, está próximo a reiniciarse el seminario Resistencia a la administración total de la vida que desde hace más de 6 años dirige el profesor Felipe Prieto en la Universidad El Bosque. Seguiremos leyendo y comentando (él) la obra de Iván Ilich, que comenzamos a leer en 2007. Cabe decir que los tres libros de Ilich que hemos abordado han sido espectaculares. No sé con cuál seguimos (¿Némesis médica?), pero cualquiera que sea, estoy seguro, traerá reflexiones apasionantes. Creo que se reinicia este lunes 21, como siempre a las 6 p.m. Si el salón es el mismo, es el 402 del edificio de Facultades (el de 7 pisos). Si hay cambio de salón o de fecha, espero conocerlo mañana para informarles. ¡Vale la pena! Es cada 15 días, salvo en la vacaciones de mitad o de fin de año.

Estos dos seminarios, entonces, son mi invitación para este año. De pronto nos hacen prender los bombillos de ideas para mejorar esto.

Un abrazo.

P. D.: ¿Alguna sugerencia, Manuel Guzmán Hennessey?

lunes, 7 de enero de 2008

Saludo inicial

Amigos:

Inicio hoy esta aventura, no fácil de sostener, lo sé (Héctor Abad Faciolince desistió de continuar su blog porque no le quedaba tiempo para alimentarlo y tiempo también me falta a mí), pero necesaria para mi deseo de ampliar mis propuestas y reflexiones y, sobre todo, para poder decir cosas que se me ocurren pero que en mi ya largo ejercicio de comunicarme con ustedes semanalmente, enviándoles noticias científicas, no suelo exponer porque pueden contener ideas políticas, filosóficas o, inclusive, religiosas que no necesariamente les interesen o no compartan. Muy largos suelen resultar esos mensajes como para que yo los extienda más con mis propias ideas.

Aquí pienso, entonces, desahogarme de tantas cosas que se me ocurren y, sobre todo, que me preocupan.

Espero, más por mí mismo que por ustedes -lo que yo diga o piense puede ser absolutamente prescindible para ustedes; hay quienes escriben y piensan mejor y más profundamente que yo-, tener la capacidad, la disciplina y el juicio para decidirme a escribir.

Mi querido y admirado profesor Felipe Prieto dice que el lenguaje se hizo para construir nuestro relato (Jorge Sandoval, mi también querido y admirado maestro, dice, por otra parte, que el lenguaje se hizo para mentir, y no lo dudo) y sé que construyendo relato nos exorcizamos de angustias y de muchas estupideces y salvajadas que continuamente emergen (teoría de emergencias) por allá en las profundidades de nuestras mentes. Así puede ser más fácil entender tantas cosas de la vida y, si se quiere, tomar decisiones (acertadas o no).

Como ya no hay tiempo para más hoy, dejo aquí mi saludo inicial. Seguiremos. Los invito a hablar de política, filosofía, literatura, cine, ciencia, medicina, artes, gerencia, Complejidad... Sí, y también de