sábado, 26 de enero de 2008

Los 68

Constanza, mi hija, me sugiere transcribir el artículo que apareció hoy en ELTIEMPO.COM, infortunadamente sin firma, sobre lo que aconteció en mayo de 1968 ("mayo del 68"). Como todo lo que aquí se publica, sé que habrá opiniones diferentes, diversas -de hecho, para eso se publica un blog-, pero lo cierto es que para muchos mayo del 68 significó toda una revolución. Me encanta del artículo, dentro de muchas cosas, la frase que resalto. Y no es que me proponga dar lecciones morales, sino que en ese concepto, DAR, encuentro una de las cosas que más placer me han proporcionado en la vida.

Les decía a mis hijos, Constanza y David Andrés, hace unas semanas -también por Internet-, que mi pesimismo sobre la humanidad estriba en que el humano que mejor conozco me ha demostrado su fragilidad inmensa, su proclividad a lo "malo", a lo salvaje, a pesar de que conscientemente se ha propuesto ser "bueno" y haga permanentes ejercicios para serlo; esa parte "mala" brinca, salta, emerge, se destapa en el momento menos pensado, incontrolable, incómoda, dañina. Ese ser humano al que mejor conozco, lo adivinan ustedes bien, soy yo. Yo.

Entonces, sigo pesimista. Pesimista y optimista, como ya dije en otra ocasión. Optimista, precisamente por lo que dije arriba. Porque también sé que a muchos, muchos -afortunadamente- les sale de alguna parte, también, la satisfacción del DAR. De DARSE. Y, además, han encontrado que dar trae buenos resultados. Se revierte en mi mi acción generosa (Anthony de Mello, el Jesuita que dice cosas interesantes, sin la superficialidad de ese brasileño con quien lo confunden a ratos, Coelho, desmitifica, sin embargo, el concepto de generosidad cuando habla de "la farsa de la caridad" en su libro ¡Despierta!: "La caridad es el amor propio disfrazado de altruismo". Tema para discutir, sin duda, pero que no se aleja de la realidad en muchas ocasiones, sobre todo en esas que se dan para el espectáculo. Y vuelvo a recordar el libro de Debord, La sociedad el espectáculo).

Bien, para pasar a hacerle caso a la buena sugerencia de mi hija, termino con la perorata maniquea de mis anteriores párrafos con esta frase de Édgar Morin, a propósito del optimismo dentro del pesimismo: "Mi optimismo se funda en lo improbable"

Constanza también me recomienda el libro "Los 68", de Carlos Fuentes. Por las reseñas que encontré en Google, creo que mi hija tiene razón.

Este es el artículo de ELTIEMPO.COM

¡Abajo el 68! ¡Viva el 68!

En el 2008 se discutirá la huella del año emblemático de la revolución cultural de los sesenta, cuyo epicentro fue el mes de mayo en Francia, cuyo presidente se proclama hoy anti 68.
"Mayo del 68 impuso el relativismo cultural y moral, la confusión entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso", declaró en su campaña presidencial el candidato derechista Nicolás Sarkozy y luego pidió "liquidar esa herencia".


A finales de los sesenta, miles de estudiantes protestaron durante un mes contra el mundo de sus padres con lemas como 'prohibido prohibir' y 'la imaginación al poder'. A pesar de que la economía es boyante y el empleo abunda, violentas manifestaciones en pleno corazón del Barrio Latino de París mantuvieron en jaque a las autoridades. El presidente Charles de Gaulle se vio obligado a realizar elecciones anticipadas. Interminables reuniones en universidades, colegios, empresas y teatros sobre cómo cambiar el mundo se realizan en el día, mientras que la liberación sexual acapara las noches.

La candidata presidencial socialista Ségolène Royal respondió a Sarkozy que no olvidara que "Mayo del 68 también fueron 11 millones de trabajadores en huelga general que obtuvieron mejoras salariales así como el derecho a la contracepción para las mujeres y un viento de libertad contra una sociedad completamente bloqueada". 40 años después, la izquierda celebra el Mayo francés como un gran movimiento de democratización, liberalización y modernización de la sociedad que aportó, entre otras cosas, la legalización del aborto, la posibilidad para las mujeres de abrir una cuenta bancaria sin autorización del marido, el derecho a la igualdad profesional entre hombres y mujeres, el reconocimiento del derecho de los homosexuales, etc.

La derecha ataca en cambio los excesos verbales y la reivindicación de derechos sin acompañarlos de deberes, la sacralización del individuo y sus deseos. También achaca la crisis actual de la educación a la dimisión tanto de los padres incapaces de imponer reglas a sus hijos como de la escuela que dejó de transmitir conocimientos para garantizar la realización personal del alumno. Al clima de contestación que legitimó la violencia también se le atribuyen varios asesinatos a manos de grupos extremistas.

La paradoja es que Sarkozy no es un auténtico fiscal de esa protesta juvenil sino más bien uno de sus frutos. A finales de diciembre, 2 meses después de divorciarse, se paseaba en bluyines y gafas oscuras por el Nilo con su nueva novia, la ex modelo y cantante italiana Carla Bruni. Cuando fue elegido, Sarkozy acababa de reconciliarse con su esposa Cecilia, quien había vivido varios meses con otro hombre en Nueva York.

Sarkozy no solo es el primer presidente francés que se divorcia en pleno ejercicio del poder, sino que además ha lanzado un proyecto de ley para facilitar los divorcios. ¿Caerá su popularidad por dinamitar de esa manera el modelo de la familia tradicional? Por supuesto que no. En la sociedad francesa post 68 lo que cuenta es la felicidad personal. Mayo del 68 acentuó lo que viene fraguándose desde hace decenios: el individualismo moderno. Primero yo, segundo yo, tercero yo. La tolerancia de los franceses hacia su presidente se explica porque los valores de la sociedad católica y rural del decenio de los sesenta -autoridad vertical, moral tradicionalista, ética del esfuerzo, disciplina escolar, familia patriarcal- fueron reemplazados por los de la sociedad industrial, hedonista e individualista en pleno auge hoy día.

Sin la ética permisiva y el culto al deseo que impuso el Mayo francés, Sarkozy muy probablemente no sería hoy presidente. Ni podría aceptar tampoco que un amigo multimillonario le preste un yate para pasar vacaciones con Cecilia en Malta y luego un avión para pasar vacaciones con Carla en Egipto. La crisis de la izquierda francesa es anterior a la derrota de la candidata socialista Ségolène Royal en las presidenciales, pero se ha acentuado desde entonces.

El filósofo Bernard-Henry Lévy, asesor de Royal en la campaña, escribió un libro sobre las dificultades de ser hoy día de izquierda, titulado Ce Grand Cadavre Tombé à la Renverse (Grasset, 2007), expresión que utilizó Sartre en los sesenta para calificar a la izquierda y cuya traducción literal sería "este gran cadáver caído de bruces". Uno de los acontecimientos que evoca BHL para seguir siendo, a pesar de todo de izquierda, es Mayo del 68, un "auténtico momento de poesía como la historia de un país conoce finalmente pocos", pero también "el acto de nacimiento de un antitotalitarismo de izquierda, y de masa, que se estaba buscando desde hacía medio siglo".

BHL celebra de esa revuelta estudiantil "los intercambios de pasiones; las impaciencias compartidas; el arte contra la cultura; la vida contra la supervivencia; todas esas vidas, ya sea transtornadas, intimidadas o acomodadas en una vejez precoz, que se despiertan de repente durante esa primavera; el mundo que cambia, no de base, sino de gusto; el gusto, no de tomar, sino de dar; ¡ah, qué tontería esa imagen de un Mayo del 68 hedonista, predador, inventor del egoísmo consumista, cuando fue en realidad todo lo contrario: un verdadero momento para darse!"

El 68: Sismo Cultural

"Un movimiento idealista que se expresó en cultura, política y una manera distinta de ver el mundo. Un legado que sigue vivo", dice un extenso informe del semanario "Newsweek", dedicado a los 40 años de 1968, "el año que cambió todo". El informe lo relaciona con la década de los sesenta, como uno en la serie de convulsiones que más tarde se ha entendido como secuencia de la guerra, pero concentradas en acontecimientos emblemáticos de un año que vio varias, la más resonante el 'mayo francés', cuando la revuelta estudiantil se extendió a los sindicatos paralizando el país y sacudiendo el gobierno del general De Gaulle, cabeza de la resistencia al nazismo.

La revuelta contestataria francesa había sido precedida por otra de sentido antiautoritario en Alemania, que después repercutió en universidades de E.U., donde se vivía el drama del Vietnam en cabeza de Lyndon Johnson, presidente luego del atentado a Kennedy, cuyo hermano, Robert, precandidato demócrata, fue asesinado ese año, como el líder de la minoría negra Martin Luther King.

Otros hitos del levantamiento juvenil tuvieron lugar en México, en la matanza de Tlatelolco, en víspera de los Olímpicos, y en Checoslovaquia en la llamada 'primavera de Praga', insurgencia contra la ocupación soviética sofocada brutalmente. El mundo fue distinto luego de varias reivindicaciones: la anticolonial del tercer mundo y de las minorías: femenina, homosexual, racial; la exigencia de los derechos humanos; la liberación de expresiones y tabúes, el sexual para empezar, facilitado por la generalización de métodos anticonceptivos como la famosa píldora; las del pacifismo, el hippismo y la psicodelia de donde derivaría el narcotráfico.

Se afectó la actitud ante instituciones, tradición, costumbres, vida familiar, moda, artes, estas por el movimiento pop, popularización, masificación y deselitización del objeto artístico. La música fué, en primer lugar, voz propia de la primera generación atómica, espacial y global, cuando la explosión del rock mostró su afán, al ir los Beatles, ícono por excelencia, a la India a buscar repuesto espiritual a la deshumanización de consumismo y tecnología. Se habló entonces de una cultura juvenil facilitada por un mercado propio gracias a la bonanza de la reconstrucción europea.

La cultura de la cual el 68 es símbolo tuvo dos vertientes: la contracultural y la revolucionaria, de la cual América Latina fue escenario especialmente sangriento. Aunque de todo eso no queda hoy sino nostalgia, algunas conquistas y más de un daño, lo menos que puede decirse, como "Newsweek", es que algo de eso vive.

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