domingo, 27 de enero de 2008

Convivencia, Diana Uribe y el Jefe indio Seattle

Espectacular, por lo profundamente humano -a mi juicio-, el programa de hoy de Diana Uribe en Caracol. Lo repiten el sábado próximo a las 11 de la mañana y por ello les recomiendo escucharlo. Nos recordó la carta del Jefe indio Seattle.

El Jefe de la tribu Suwamish le escribió al presidente de Estados Unidos una carta que ustedes conocen, hace cerca de 150 años. Quienes me han leído u oído en los últimos 7 años saben que permanentemente los invito a todos a avanzar en el conocimiento y aplicación de los desarrollos y propuestas de las Ciencias de la Complejidad. Hay mucho conocimiento nuevo, pero, a su vez, se recoge mucho conocimiento viejo, muy viejo, ahora mejor explicado o comprendido. Esto pasa con esa famosa carta. Muchas cosas de las que el sabio jefe indio dice las recogen y profundizan las Ciencias de la Complejidad. Lo extraño es que sus enseñanzas, sus consejos, sus reflexiones no las tenemos en cuenta. Leámosla abajo (la transcribo) y veremos que Seattle nos alertaba sobre ese bendito tema de todos los días de los últimos años, el preocupante calentamiento global.

Pero, además, esa carta es una invitación a buscar maneras de convivir a pesar de las diferencias. Y es que eso es lo que no hacemos. Por el contrario, nuestro ímpetu se centra en acabar con el diferente, con el contrario. Juegos suma cero, dice la Teoría de Juegos. Esto es lo que me causa más pesimismo, como lo he dicho en lo que he escrito en días pasados. Bueno, ese pesimismo no está tan desenfocado, como también lo he dicho, pues está anunciado el Apocalipsis, si recordamos.

Mientras llega el Apocalipsis, probablemente en centenares o miles de años aún, la humanidad seguirá haciéndose mal estúpidamente. Entonces, llevemos la estupidez a sus justas proporciones, disminuyámosla. Propongo una cruzada permanente por ir creando cada día más y más términos de convivencia, desde las cosas sencillas. Teoría de Catástrofes: los grandes cambios no se producen -necesariamente- a partir de eventos grandes o espectaculares; pequeños eventos pueden causar catástrofes (buenas o malas). Recordemos el llamado efecto mariposa. Los bogotanos aprendimos a mirar y , sobre todo, a hacerles caso a las cebras en las calles sin grandes discursos pedagógicos previos: bastó la parada de mimos en esas cebras. Y comenzamos a verlas y a parar -la mayoría de nosotros, no todos- "antecitos" de ellas cuando el semáforo está en rojo. Esa pedagogía novedosa la abandonó Mockus para dedicarse a hacer espectáculo, lastimosamente. Si hubiera seguido con ella, seguro nuestra cultura ciudadana sería hoy mucho mejor. Y hasta se hubiera vuelto a reelegir a Mockus. Bueno, pues propongámomos pequeñas cosas, cada día, en cada espacio, y mejoremos esta convivencia.

De lo contrario, seguiremos matándonos. Se liberan 2 o 3 secuestrados, pero se matan 100 colombianos en los meses subsiguientes. Se habla muy bonito y se llora de emoción por las cosas buenas que pasen -la misma liberación de 3 secuestrados, por ejemplo- pero salimos a pedir la muerte física o la muerte política o civil de la senadora Córdoba, quien ha hecho sus aportes al país, así la embarre con otra torpezas. O, al revés, nos negamos a oponernos a las FARC porque podríamos darles puntos a los del gobierno. Argumentos absurdos, de parte y parte.

Si los que hacen parte del 80% escuchan los argumentos válidos de los del 20% y los del 20% escuchan los argumentos del 80%, insisto, válidos, mucho avanzaríamos. Digo válidos porque lo que veo es que unos y otros repetimos sin confirmar lo que otros nos dicen. Y en ambos lados hay verdades y en ambos lados se dicen muchas mentiras. La fe ciega, amigos, hace daño. Ante todo, porque, como conté hace unos días, es claro que el lenguaje está hecho también para mentir. Justamente hoy leo en el periódico la frase de Shakespeare "El mismo diablo citará las Sagradas Escrituras si ello conviene a sus propósitos" (a sus despropósitos, aclararía yo).

De alguna manera, mi propuesta en este blog es esa: argumentar, pero escuchando. No solo se trata de que los demás me escuchen o me lean. Si no escucho atentamente, repetiré mis errores a pesar de que el otro me esté mostrando alguna verdad. Obvio, con un precepto básico: casi no hay verdad única. Hay verdades.

A propósito, hoy también se publican los resultados de un estudio de la Universidad de Michigan: Discutir con la pareja puede ser bueno para la salud, dado que las personas que reprimen lo que sienten mueren antes. Creo que eso aplica para las relaciones entre todos los seres humanos, jefe-subalternos, compañeros de trabajo, gobierno-oposición, gobernante-gobernado. Discutir con argumentos o, al menos, sin armas letales, en niveles racionales, termina siendo bueno. El unanimismo aburre y no genera evolución.

Bueno, otra vez me jalo las orejas y salgo de mi perorata maniquea (caigo fácil en ella, como se habrán dado cuenta).

Dejemos, entonces, que hable el jefe Seattle. Retomaremos después el tema de la propuesta, la de la cruzada por la creación de más y más condiciones de convivencia, a partir de pequeñas cosas. Dilatemos el Apocalipsis. Y mejoremos la calidad de vida, la nuestra y la de los millones que sufren (hoy también se lee en las noticias cómo las metas de bienestar que se habían propuesto para 2015 no se cumplirán; imposible: seguimos en el individualismo más acendrado, loca carrera apocalíptica, así sepamos que ese Apocalipsis tarda siglos aún).

TEXTO DEL INDIO SEATTLE AL PRESIDENTE DE EEUU.


( Carta de Seattle, jefe de la tribu Suwamish al presidente de los Estados Unidos, Mr. Franklin Pierce, el año 1855, como respuesta a su oferta de compra de las tierras Suwamish.)


El gran caudillo de Washington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El gran caudillo nos ha mandado también palabras de amistad y de buena voluntad. Apreciamos mucho esta delicadeza porque conocemos la poca falta que le hace nuestra amistad. Queremos considerar su ofrecimiento, pues sabemos que si no lo hiciéramos, pueden venir los hombres de piel blanca a tomarnos las tierras con sus armas de fuego. Que el gran caudillo de Washington confíe en la palabra del líder Seattle con la misma certidumbre que espera la vuelta de las estaciones. Mis palabras son inmutables como estrellas.


¿Como podéis comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Se nos hace extraña esta idea. No son nuestros el frescor del aire ni los reflejos del agua. ¿Cómo podrían ser comprados? Lo decidiremos más adelante. Tendríais que saber que mi pueblo tiene por sagrado cada rincón de esta tierra. La hoja resplandeciente; la arenosa playa; la niebla dentro del bosque; el claro en la arboleda y el zumbido del insecto son experiencias sagradas y memorias de mi pueblo. La sabia que sube por los árboles lleva recuerdos del hombre de piel roja.


Los muertos del hombre de piel blanca olvidan su tierra cuando empiezan el viaje en medio de las estrellas. Los nuestros nunca se alejan de la tierra, que es la madre. Somos un pedazo de esta tierra; estamos hechos de una parte de ella. La flor perfumada, el ciervo, el caballo, el águila majestuosa: todos son nuestros hermanos. Las rocas de las cumbres, el jugo de la hierba fresca, la calor de la piel del potro: todo pertenece a nuestra familia.


Por esto, cuando el gran caudillo de Washington manda decirnos que nos quiere comprar las tierras es demasiado lo que nos pide. El gran caudillo quiere darnos un lugar para que vivamos todos juntos. El nos hará de padre y nosotros seremos sus hijos. Hemos de meditar su ofrecimiento. No se nos presenta nada fácil ya que las tierras son sagradas. El agua de nuestros ríos y pantanos no es sólo agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendiésemos las tierras, haría falta que recordaseis que son sagradas y lo tendríais que enseñar a vuestros hijos y que los reflejos misteriosos de las aguas claras de los lagos narran hechos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.


Los ríos son hermanos nuestros, porque nos libran de la sed. Los ríos arrastran nuestras canoas y nos dan sus peces. Si os vendiésemos las tierras, tendríais que recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son hermanos nuestros y también vuestros. Tendríais que tratar a los ríos con el corazón.


Sabemos bien que el hombre de piel blanca no puede entender nuestra manera de ser. Tanto le importa un trozo de tierra que otro, porque es como un extraño que llega de noche a arrancar de la tierra todo lo que necesita. No ve la tierra como una hermana, sino más bien como una enemiga. Cuando la ha hecho suya, la menosprecia y sigue andando. Deja atrás las sepulturas de sus padres y no parece que eso le duela. No le duele desposeer la tierra de sus hijos. Olvida la tumba de su padre y los derechos de sus hijos. Trata a la madre tierra y al hermano cielo como si fueran cosas que se compran y se venden; como si fuesen animales o collares. Su hambre insaciable devorará la tierra y detrás suyo dejará tan sólo un desierto.


No lo puedo comprender. Nosotros somos de una manera de ser muy diferente. Vuestras ciudades hacen daño a los ojos del hombre de piel roja. Tal vez sea porque el hombre de piel roja es salvaje y no puede entender las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre de piel blanca; ningún lugar donde se pueda escuchar en la primavera el despliegue de las hojas, o movimiento de las alas de un insecto. Tal vez me lo parece a mi porque soy un salvaje y no comprendo bien las cosas. El ruido de la ciudad es un insulto para el oído. Y yo me pregunto: ¿qué tipo de vida tiene el hombre cuando no es capaz de escuchar el grito solitario de una garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor del charco? Soy un hombre de piel roja y no puedo entender. A los indios nos deleita el ligero murmullo del viento fregando la cara del lago y su olor después de la lluvia del mediodía, con su peculiar fragancia.


El hombre de piel roja es conocedor del valor inapreciable del aire ya que todas las cosas respiran su aliento: el animal, el árbol, el hombre. Pero parece que el hombre de piel blanca no sienta el aire que respira. Como un hombre que hace días que agoniza, no es capaz de sentir la peste. Si os vendiésemos las tierras, tendríais que dejarlas en paz y que continuasen sagradas para que fuesen un lugar en el que hasta el hombre de piel blanca pudiese saborear el viento endulzado por las flores de la pradera.


Queremos considerar vuestra oferta de comprarnos las tierras. Si disidiéramos aceptarlo tendré que poneros una condición: que el hombre de piel blanca mire a los animales de esta tierra como hermanos.


Soy salvaje, pero me parece que tiene que ser así. He visto búfalos a miles pudriéndose abandonados en las praderas; el hombre de piel blanca les disparaba desde el caballo de fuego sin ni tan sólo pararlo. Yo soy salvaje y no entiendo porqué el caballo de fuego vale más que el búfalo, ya que nosotros lo matamos sólo a cambio de nuestra propia vida. ¿Qué puede ser del hombre sin animales? Si todos los animales desapareciesen , el hombre tendría que morir con gran soledad de espíritu. Porque todo lo que les pasa a los animales, bien pronto le pasa también al hombre. Todas las cosas están ligadas entre sí.


Haría falta que enseñaseis a vuestros hijos que el suelo que pisan son las cenizas de los abuelos. Respetarán la tierra si les dices que está llena de vida de los antepasados. Hace falta que vuestros hijos lo sepan, igual que los nuestros, que la tierra es la madre de todos nosotros. Que cualquier estrago causado a la tierra lo sufren sus hijos. El hombre que escupe a tierra, a sí mismo se está escupiendo.


De una cosa estamos seguros: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red que es la vida, sólo es un hijo. El sufrimiento de la tierra se convierte a la fuerza en sufrimiento para sus hijos. Estamos seguros de esto. Todas las cosas están ligadas como la sangre de una misma familia.


Hasta el hombre de piel blanca, que tiene amistad con Dios y se pasea y le habla, no puede evitar este destino nuestro común. Tal vez sea cierto que somos hermanos. Ya lo veremos. Sabemos una cosa que tal vez descubriréis vosotros más adelante: que nuestro Dios es el mismo que el vuestro. Os pensáis que tal vez tenéis poder por encima de Él y al mismo tiempo lo queréis tener sobre todas las tierras, pero no lo podéis tener. El Dios de todos los hombres se compadece igual de los de piel blanca que de los de piel roja. Esta tierra es apreciada por su creador y estropearla sería una grave afrenta. Los hombres de piel blanca también sucumbirán y tal vez antes que el resto de tribus. Si ensuciáis vuestra cama, cualquier noche moriréis sofocados por vuestros propios delitos. Pero veréis la luz cuando llegue la hora final y comprenderéis que Dios os condujo a estas tierras y os permitió su dominio y la dominación del hombre de piel roja con algún propósito especial. Este destino es en verdad un misterio, porque no podemos comprender que pasará cuando los búfalos se hayan extinguido; cuando los caballos hayan perdido su libertad; cuando no quede ningún rincón del bosque sin el olor del hombre y cuando por encima de las verdes colinas nuestra mirada encuentre por todas partes las telarañas de hilos de hierro que llevan vuestra voz.


¿ Dónde está el bosque espeso? Desapareció. ¿Dónde está el águila? Desapareció. ¡Así se acaba la vida y empezamos a sobrevivir!


CHIEF SEATTLE.

Chief Seattle, Suquamish
1786 - 1866

sábado, 26 de enero de 2008

4 de febrero CONTRA LA ESTUPIDEZ

Una nota más hoy:

Mi protesta hoy, mañana, el 4 de febrero y después, será contra la estupidez, no solo contra las FARC.

Tristemente, pero "realistamente", termina uno, a la vuelta de los años, en reconocer que la frase de Turbay Ayala, aquella que decía algo así como que "hay que llevar la corrupción a sus justas proporciones -o a unos niveles razonables, no recuerdo bien-", es válida. Se le criticó harto en esa época, porque se esperaba que dijera más bien que "hay que acabar la corrupción". Ya la vida, la experiencia, el repaso a toda la historia de la humanidad, nos aclaran que es tonto esperar que desaparezca la corrupción, que desaparezca "el mal". Utopía. "Somos malos, salvajes, por naturaleza", diría un maestro mío.

Parafraseando a Turbay, entonces, "hay que llevar la estupidez a unos niveles razonables", o, mejor, a unos niveles menos irracionales. Me refiero, entonces, a la estupidez de las FARC, sí, y la rechazo ya sin contemplaciones. Hay que buscar mejores formas de transformar este lamentable estado de cosas que hay en Colombia, si es que en verdad eso es lo que pretenden. Ya hoy lo dudamos. Pero me refiero también a la estupidez de otros, a la de quienes ahora ciegamente se van al otro extremo -bien se aplica acá eso de que "los extremos se juntan"- y cierran posibilidades de diálogo, de acuerdos humanitarios, etc. Y nos mienten y nos engañan y hacen subir su popularidad con sus mentiras. No hay duda de que muchas cosas han mejorado en este país en los últimos 5 años. Pero no mejora la injusticia, la inequidad.

Si se acabaran las FARC y el ELN el país que quede no va a ser un país bueno. Y no solamente por los daños de esas guerrillas. Es que hay muchísimos más "malos" que los "bandoleros", como "simplistamente" los denominan las esferas oficiales. Y a eso no le estamos poniendo atención. Porque no conviene (en esas esferas oficiales).

Bueno, en fin, habrá tiempo de referirnos otra vez, otras veces, a cada rato, sobre esto. Por hoy, recuerdo que el 4 de febrero protestaré, como hoy y como mañana -en mis pequeños espacios- contra las FARC en particular por sus pésimas acciones dañinas y porque, de fondo, son las causantes de que hoy se apoye ciegamente, con más del 80% de favorabilidad, un gobierno que no es tan bueno como se ha hecho creer. Lo digo con base en información seria, amigos. No por un capricho antiuribista ni por estar comprometido con otros partidos ni movimientos: no pertenezco a ninguno, así admire a algunos políticos serios. Pocos son los que hay. Lástima.

Los 68

Constanza, mi hija, me sugiere transcribir el artículo que apareció hoy en ELTIEMPO.COM, infortunadamente sin firma, sobre lo que aconteció en mayo de 1968 ("mayo del 68"). Como todo lo que aquí se publica, sé que habrá opiniones diferentes, diversas -de hecho, para eso se publica un blog-, pero lo cierto es que para muchos mayo del 68 significó toda una revolución. Me encanta del artículo, dentro de muchas cosas, la frase que resalto. Y no es que me proponga dar lecciones morales, sino que en ese concepto, DAR, encuentro una de las cosas que más placer me han proporcionado en la vida.

Les decía a mis hijos, Constanza y David Andrés, hace unas semanas -también por Internet-, que mi pesimismo sobre la humanidad estriba en que el humano que mejor conozco me ha demostrado su fragilidad inmensa, su proclividad a lo "malo", a lo salvaje, a pesar de que conscientemente se ha propuesto ser "bueno" y haga permanentes ejercicios para serlo; esa parte "mala" brinca, salta, emerge, se destapa en el momento menos pensado, incontrolable, incómoda, dañina. Ese ser humano al que mejor conozco, lo adivinan ustedes bien, soy yo. Yo.

Entonces, sigo pesimista. Pesimista y optimista, como ya dije en otra ocasión. Optimista, precisamente por lo que dije arriba. Porque también sé que a muchos, muchos -afortunadamente- les sale de alguna parte, también, la satisfacción del DAR. De DARSE. Y, además, han encontrado que dar trae buenos resultados. Se revierte en mi mi acción generosa (Anthony de Mello, el Jesuita que dice cosas interesantes, sin la superficialidad de ese brasileño con quien lo confunden a ratos, Coelho, desmitifica, sin embargo, el concepto de generosidad cuando habla de "la farsa de la caridad" en su libro ¡Despierta!: "La caridad es el amor propio disfrazado de altruismo". Tema para discutir, sin duda, pero que no se aleja de la realidad en muchas ocasiones, sobre todo en esas que se dan para el espectáculo. Y vuelvo a recordar el libro de Debord, La sociedad el espectáculo).

Bien, para pasar a hacerle caso a la buena sugerencia de mi hija, termino con la perorata maniquea de mis anteriores párrafos con esta frase de Édgar Morin, a propósito del optimismo dentro del pesimismo: "Mi optimismo se funda en lo improbable"

Constanza también me recomienda el libro "Los 68", de Carlos Fuentes. Por las reseñas que encontré en Google, creo que mi hija tiene razón.

Este es el artículo de ELTIEMPO.COM

¡Abajo el 68! ¡Viva el 68!

En el 2008 se discutirá la huella del año emblemático de la revolución cultural de los sesenta, cuyo epicentro fue el mes de mayo en Francia, cuyo presidente se proclama hoy anti 68.
"Mayo del 68 impuso el relativismo cultural y moral, la confusión entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso", declaró en su campaña presidencial el candidato derechista Nicolás Sarkozy y luego pidió "liquidar esa herencia".


A finales de los sesenta, miles de estudiantes protestaron durante un mes contra el mundo de sus padres con lemas como 'prohibido prohibir' y 'la imaginación al poder'. A pesar de que la economía es boyante y el empleo abunda, violentas manifestaciones en pleno corazón del Barrio Latino de París mantuvieron en jaque a las autoridades. El presidente Charles de Gaulle se vio obligado a realizar elecciones anticipadas. Interminables reuniones en universidades, colegios, empresas y teatros sobre cómo cambiar el mundo se realizan en el día, mientras que la liberación sexual acapara las noches.

La candidata presidencial socialista Ségolène Royal respondió a Sarkozy que no olvidara que "Mayo del 68 también fueron 11 millones de trabajadores en huelga general que obtuvieron mejoras salariales así como el derecho a la contracepción para las mujeres y un viento de libertad contra una sociedad completamente bloqueada". 40 años después, la izquierda celebra el Mayo francés como un gran movimiento de democratización, liberalización y modernización de la sociedad que aportó, entre otras cosas, la legalización del aborto, la posibilidad para las mujeres de abrir una cuenta bancaria sin autorización del marido, el derecho a la igualdad profesional entre hombres y mujeres, el reconocimiento del derecho de los homosexuales, etc.

La derecha ataca en cambio los excesos verbales y la reivindicación de derechos sin acompañarlos de deberes, la sacralización del individuo y sus deseos. También achaca la crisis actual de la educación a la dimisión tanto de los padres incapaces de imponer reglas a sus hijos como de la escuela que dejó de transmitir conocimientos para garantizar la realización personal del alumno. Al clima de contestación que legitimó la violencia también se le atribuyen varios asesinatos a manos de grupos extremistas.

La paradoja es que Sarkozy no es un auténtico fiscal de esa protesta juvenil sino más bien uno de sus frutos. A finales de diciembre, 2 meses después de divorciarse, se paseaba en bluyines y gafas oscuras por el Nilo con su nueva novia, la ex modelo y cantante italiana Carla Bruni. Cuando fue elegido, Sarkozy acababa de reconciliarse con su esposa Cecilia, quien había vivido varios meses con otro hombre en Nueva York.

Sarkozy no solo es el primer presidente francés que se divorcia en pleno ejercicio del poder, sino que además ha lanzado un proyecto de ley para facilitar los divorcios. ¿Caerá su popularidad por dinamitar de esa manera el modelo de la familia tradicional? Por supuesto que no. En la sociedad francesa post 68 lo que cuenta es la felicidad personal. Mayo del 68 acentuó lo que viene fraguándose desde hace decenios: el individualismo moderno. Primero yo, segundo yo, tercero yo. La tolerancia de los franceses hacia su presidente se explica porque los valores de la sociedad católica y rural del decenio de los sesenta -autoridad vertical, moral tradicionalista, ética del esfuerzo, disciplina escolar, familia patriarcal- fueron reemplazados por los de la sociedad industrial, hedonista e individualista en pleno auge hoy día.

Sin la ética permisiva y el culto al deseo que impuso el Mayo francés, Sarkozy muy probablemente no sería hoy presidente. Ni podría aceptar tampoco que un amigo multimillonario le preste un yate para pasar vacaciones con Cecilia en Malta y luego un avión para pasar vacaciones con Carla en Egipto. La crisis de la izquierda francesa es anterior a la derrota de la candidata socialista Ségolène Royal en las presidenciales, pero se ha acentuado desde entonces.

El filósofo Bernard-Henry Lévy, asesor de Royal en la campaña, escribió un libro sobre las dificultades de ser hoy día de izquierda, titulado Ce Grand Cadavre Tombé à la Renverse (Grasset, 2007), expresión que utilizó Sartre en los sesenta para calificar a la izquierda y cuya traducción literal sería "este gran cadáver caído de bruces". Uno de los acontecimientos que evoca BHL para seguir siendo, a pesar de todo de izquierda, es Mayo del 68, un "auténtico momento de poesía como la historia de un país conoce finalmente pocos", pero también "el acto de nacimiento de un antitotalitarismo de izquierda, y de masa, que se estaba buscando desde hacía medio siglo".

BHL celebra de esa revuelta estudiantil "los intercambios de pasiones; las impaciencias compartidas; el arte contra la cultura; la vida contra la supervivencia; todas esas vidas, ya sea transtornadas, intimidadas o acomodadas en una vejez precoz, que se despiertan de repente durante esa primavera; el mundo que cambia, no de base, sino de gusto; el gusto, no de tomar, sino de dar; ¡ah, qué tontería esa imagen de un Mayo del 68 hedonista, predador, inventor del egoísmo consumista, cuando fue en realidad todo lo contrario: un verdadero momento para darse!"

El 68: Sismo Cultural

"Un movimiento idealista que se expresó en cultura, política y una manera distinta de ver el mundo. Un legado que sigue vivo", dice un extenso informe del semanario "Newsweek", dedicado a los 40 años de 1968, "el año que cambió todo". El informe lo relaciona con la década de los sesenta, como uno en la serie de convulsiones que más tarde se ha entendido como secuencia de la guerra, pero concentradas en acontecimientos emblemáticos de un año que vio varias, la más resonante el 'mayo francés', cuando la revuelta estudiantil se extendió a los sindicatos paralizando el país y sacudiendo el gobierno del general De Gaulle, cabeza de la resistencia al nazismo.

La revuelta contestataria francesa había sido precedida por otra de sentido antiautoritario en Alemania, que después repercutió en universidades de E.U., donde se vivía el drama del Vietnam en cabeza de Lyndon Johnson, presidente luego del atentado a Kennedy, cuyo hermano, Robert, precandidato demócrata, fue asesinado ese año, como el líder de la minoría negra Martin Luther King.

Otros hitos del levantamiento juvenil tuvieron lugar en México, en la matanza de Tlatelolco, en víspera de los Olímpicos, y en Checoslovaquia en la llamada 'primavera de Praga', insurgencia contra la ocupación soviética sofocada brutalmente. El mundo fue distinto luego de varias reivindicaciones: la anticolonial del tercer mundo y de las minorías: femenina, homosexual, racial; la exigencia de los derechos humanos; la liberación de expresiones y tabúes, el sexual para empezar, facilitado por la generalización de métodos anticonceptivos como la famosa píldora; las del pacifismo, el hippismo y la psicodelia de donde derivaría el narcotráfico.

Se afectó la actitud ante instituciones, tradición, costumbres, vida familiar, moda, artes, estas por el movimiento pop, popularización, masificación y deselitización del objeto artístico. La música fué, en primer lugar, voz propia de la primera generación atómica, espacial y global, cuando la explosión del rock mostró su afán, al ir los Beatles, ícono por excelencia, a la India a buscar repuesto espiritual a la deshumanización de consumismo y tecnología. Se habló entonces de una cultura juvenil facilitada por un mercado propio gracias a la bonanza de la reconstrucción europea.

La cultura de la cual el 68 es símbolo tuvo dos vertientes: la contracultural y la revolucionaria, de la cual América Latina fue escenario especialmente sangriento. Aunque de todo eso no queda hoy sino nostalgia, algunas conquistas y más de un daño, lo menos que puede decirse, como "Newsweek", es que algo de eso vive.

domingo, 20 de enero de 2008

"Mi vergüenza"

Amigos:

Bien lo dije en el mensaje inicial: no es fácil escribir en el blog. Hace falta tiempo, sobre todo, si se quiere que quede bien dicho lo que uno quiere decir.

Pero no quiero aplazar algún par de manifestaciones sobre las cosas que pasan en este país. Solo un par de cosas diré hoy, pero lo que pasa en el país son verdaderamente muchas cosas. ¡Y no pasa nada! Que es lo triste. Tenemos el conflicto más largo del mundo (aunque oficialmente no lo hay), tenemos el guerrillero más viejo del mundo, tenemos los secuestrados por más tiempo en el mundo: ¡nos acostumbramos a todo! Tanto, que muchos colombianos abogan porque no se vuelva a cambiar de presidente.

Hace unos meses enviaba un correo a mis amigos en el que transcribía unos artículos acerca de gente a la que le parece que hay que impulsar la política de no pensar, alguno de ellos con un título que decía Abajo la inteligencia (algún par de artículos que hoy enviaré se relacionan con esto, también). Esperamos al mesías que nos salve, porque se cree que es esa la solución. Nunca lo será, pero nos acostumbramos, cómodamente, a no pensar. Y como, aparentemente -según las encuestas lo piensa así el 70% de los colombianos-, llegó el mesías, ¡para qué pensar!

Pues no pienso así. Por eso, me sumé por Internet, hace 15 días, al coro de quienes impulsan la marcha contra las FARC del 4 de febrero. Porque hay que rechazar lo que hacen. Confieso que admiré a los guerrilleros hace varios años, cuando parecían tener un proyecto político de justicia social, esa que tanta falta en este país que es el que peor distribución de la riqueza tiene.

Pero no. Llevo algunos años oyendo los mensajes a los secuestrados y, sinceramente, me dolía pensar en que como país fuéramos inmunes a esa situación (por eso, mis frecuentes "gritos lastimeros" pero impotentes de "hay que hacer algo" que ustedes me leyeron en repetidas ocasiones). Entonces, rechazo, no comparto que busquemos la justicia -si fuera cierto que eso es lo que eso es lo que sigue buscando la guerrilla; si fuera cierto- secuestrando gente, matando civiles, etc. Eso es bárbaro.

Por eso, entonces, me sumo a la protesta nacional del 4 de febrero. Con un sin embargo: sin embargo, no quiero que mi protesta contra las FARC la asuman algunos como que me sumo a favor de un gobierno en el que tampoco creo. Medio enterado ando de lo que es, de lo que ha sido mucha gente del gobierno o cercana a él, para decir que lo apruebo. Es un imposible moral (y aquí tengo que manifestar mi tremenda frustración: miro a muchos lados y no veo, salvo contadas excepciones, gente líder en la que uno pueda creer para votar por ella: me defraudó mucho de lo que conocí de la izquierda como gobernante recientemente, aunque sigue habiendo allí muchísima gente honrada, luchadora, a la que le tributo mi afecto, mi admiración, mi apoyo).

Espero que la protesta fuera el inicio de una mayor conciencia de lo que hay que hacer como nación: o somos más solidarios, más responsables, más honrados, menos cómodos, o nos hundimos más.

García Márquez decía hace unos 15 años que el libro que a él le hubiera gustado escribir era La casa de las bellas durmientes. Entendí por qué lo dijo: es un libro bellísimo, de Kawabata (inclusive, García Márquez se quiso sacar la espinita escribiendo Memoria de mis putas tristes, pero no le salió bien: no le da ni a los talones, en mi sentir, a la obra de Kawabata) . Bien, refiero esta anécdota porque leí ayer una columna de Iván Marulanda en el periódico Un Pasquín, que, frente a lo que les he escrito arriba, yo digo que esa columna me hubiera gustado haberla escrito yo. Pero como no lo hice, y quiero compartir con ustedes lo que dice Iván Marulanda, casi como si lo hubiera dicho yo, al menos en la mayoría de su contenido, transcribo el texto en seguida (lo encontré, gracias a Google, en una página diferente a la de Un Pasquín, pues curiosamente allí no apareció; la página es http://groups.google.com/group/LogiaDeMasones/msg/8173142cc377c68e; aclaro, no tengo nada que ver con esta logia). Se llama Mi vergüenza. Y yo tengo, también, vergüenza. Aquí va:

MI VERGÜENZA
Por: Iván Marulanda Rionegro 2007-12-02
Siento vergüenza. Los que posamos en este país de “dirigentes”, empezando por los que tienen poder político, espiritual, social, económico, intelectual, pero incluyendo a los que no lo tenemos, somos una parranda de inútiles, faroleros y pusilánimes.
Las imágenes que llegan de la selva son escupitajos en la cara de todos. Ingrid, Luís Eladio, los policías, los norteamericanos, los demás que permanecen invisibles pero penetran nuestras mentes con su ira que vuela de cordillera en cordillera, nos condenan a la indignidad por cobardes, por inhumanos, por mierdas.
Los últimos diez años los han padecido estos seres humanos encadenados a árboles, a la intemperie, enterrados en pantaneros infestados de zancudos, muriéndose gota a gota, en agonías que lindan con la eternidad, dejando sus jirones de vida tirados en el fangal, olvidados, torturados, engullidos en carne viva por las fauces de la manigua y las de sus verdugos, los bárbaros de las FARC. Guerreros alienados por rabias y miedos que les vaciaron la razón.
Mientras tanto Colombia, el país más feliz del mundo, de reinado en reinado, de fiesta en fiesta, de bacanal en bacanal. Jolgorios impúdicos de “personalidades” se publicitan con pelos y señales en libros de postín.
En medio del éxtasis, no hay día en el que no se refrieguen las excelencias de la economía, la “confianza” en el país, la “seguridad”, las fortunas que ganan empresas y potentados que se despachan el cacareado crecimiento del producto interno bruto. No hay noticiario que no exhiba la farándula del éxito, gente linda, bien vestida, bien comida, bien bebida, bien bailada, bien refocilada, pavoneándose ante la mirada absurda del pobrerío.
Noticiarios, pasarelas de capos que desfilan exhibiendo su currículum vitae. Listados infinitos de propiedades arrebatadas a sangre y fuego a viudas y campesinos. Colecciones de masacres y fosas comunes. Fortunas extravagantes. Cínicos que nos imprecan en la cara “¡Güevones! Esperen que ahí vamos con paz y salvos al día, a gozarnos las caletas, las ganaderías de ceba y los rebaños de terneritasprepago”.
¡Ah! Y la diarrea de encuestas, propaganda para que los colombianos no olvidemos que nos gobierna el hombre más perfecto del mundo. Presidente alharacoso y energúmeno que con su pertinacia anda haciéndoles mandados a los poderosos, pagando facturas a los paracos y trampeando la Constitución, aliado con congresistas indagatoriados y huecos que garantizan su morosidad en el palacio de gobierno, cual reyezuelo africano.
Gritador de diatribas a micrófono boleado, exhibicionista, patético, con la mira fija en el “rating” de popularidad, bombea sin piedad plata a la guerra de este país de pordioseros, la friolera de nueve mil millones de dólares al año.
Alvaro Uribe es inepto para hacer el Acuerdo Humanitario que libere a Colombia del oprobio y la indignidad, porque los prisioneros inocentes, sus vidas, sus libertades, sus familias, le importan un sieso en el desquicie de ensartar cabezas de guerrilleros en la punta de su lanza.
Pero la cosa es conmigo mismo. Me siento una piltrafa humana. A pesar de mi rabia que no me ha dado tregua en estos años, no he hecho nada útil para ayudar a que regresen a casa Ingrid, Luís Eladio y centenares de secuestrados que se pudren en los rastrojos de este país de terror. “El más feliz de la tierra, el mejor gobernado” ¡Degenerado!
Cuánto diera por encontrar un frente de lucha que enlace mi solidaridad con esos seres martirizados para que algún día en libertad, me perdonen mi impotencia. Cuánto diera por zafarme del sartal de mentiras y fanfarronerías que enmascaran a esta sociedad horripilante, capaz de soltar sin pudor luces de bengala sobre las cabezas agobiadas de compatriotas que padecen semejante infierno. Dedicada a divertirse y a vengarse, en vez de redimirse.
PD: Repruebo los insultos de Chávez al gobierno de Colombia, pero agradezco lo que hace por nuestros secuestrados. Y delante de Piedad Córdoba
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Creo que es suficiente por hoy. Se me quedan otros comentarios y, sobre todo, otras columnas de otros por transcribir (¿qué hago, si otros dicen mejor las cosas que yo quiero decir?).

Un abrazo.

jueves, 17 de enero de 2008

El optimismo de la incertidumbre

La mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta
Gilbert Keith Chesterton (tomado de http://www.jano.es/jano/ctl_servlet?_f=82&iditem=540)

Amigos:

Mercedes Arévalo me hizo llegar el siguiente ensayo de Howard Zinn, con unas palabras de ella que lo anteceden. Como esas palabras de ella y las de él son más bellas que las mías, guardo silencio (Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, mantente callado: proverbio árabe -creo-):

Gonzalo:

Muchas gracias por participarme de todos esos artículos tan interesantes y estar al tanto de los desarrollos del pensamiento complejo. También gracias por compartir esos sentimientos que surgen siempre de las veleidades humanas en época de inicio de un nuevo año. Comparto gran parte de su pensamiento sobre la felicidad y sobre la actitud personal frente al desarrollo de los acontecimientos de esta nuestra aldea llamada Colombia, y me hizo recordar la postura de Howard Zinn, quien a pesar de todo, sido un gran luchador toda su viday se ha distinguido por su honestidad e inteligencia. A mi me ayudo a comprender muchas cosas de la historia de la guerra y la pobreza su libro " A people's history of United states", especialmente el capítulo sobre la guerra de Vietnan. Por eso mismo, quiero compartirle este corto pero muy interesante ensayo.

Cordialmente,

Mercedes Arévalo


El optimismo de la incertidumbre
Howard Zinn

En este mundo atroz, donde el esfuerzo de la gente altruista a veces flaquea ante las acciones de aquellos que acaparan el poder, ¿cómo es posible mantener el entusiasmo y continuar activo?Tengo absoluta confianza no solamente en que el mundo va a mejorar, sino en que no deberíamos dar el juego por perdido antes de haber tirado todas las cartas. La metáfora es intencional: la vida es un juego. Al no jugar se descarta toda posibilidad de triunfo. Al jugar, al actuar, se crea al menos una posibilidad de cambiar nuestro mundo.Existe la tendencia a pensar que lo que vemos en el momento presente tiende a continuar indefinidamente. A veces olvidamos nuestro frecuente asombro ante el súbito derrumbe de las instituciones, ante los repentinos giros de conciencia en la gente, ante la inesperada rebelión contra la tiranía y ante el imprevisto colapso de sistemas de poder que en un tiempo parecían inmutables.Lo que llama la atención en la historia de los últimos cien años, es su absoluta impredecibilidad. La revolución que derrocó al zar de Rusia, uno de los imperios semi-feudales más indolentes, logró no solamente asombrar a las naciones imperiales más avanzadas sino que tomó por sorpresa al mismo Lenin, obligándole a viajar precipitadamente en tren a Petrogrado. ¿Quién hubiera previsto los insólitos cambios durante la Segunda Guerra Mundial, el pacto nazi-soviético (esas penosas fotos del apretón de manos entre Von Ribbentrop y Molotov), la embestida del ejército alemán a través de Rusia, al parecer invencible, causando infinidad de muertes, para luego ser rechazado a las puertas de Leningrado, en el límite occidental de Moscú, en las calles de Stalingrado, concluyendo con la derrota del ejército alemán y Hitler arrinconado en su bunker de Berlín, esperando la muerte?Luego vino la posguerra y el mundo tomó un curso que nadie hubiera sido capaz de anticipar: la revolución comunista en China, la tumultuosa y desaforada revolución cultural, y luego otro giro radical, cuando la China post-maoísta renuncia a las ideas e instituciones más celosamente defendidas al dar entrada al occidente y coquetear con entidades capitalistas, ante el asombro del mundo entero.Nadie pronosticó la inmediata desintegración de los antiguos imperios occidentales después de la guerra, o la singular plétora de sociedades que serían creadas en los países recién independientes, desde el afable socialismo aldeano de Nyerere, en Tanzania, hasta la locura de Idi Amin en la vecina Uganda. España se convirtió en un escándalo. Recuerdo que un veterano de la brigada Abraham Lincoln me decía que no era posible imaginar que el fascismo español pudiera ser derrotado sin que ocurriera otra sangrienta guerra. Pero después de que muriera Franco, surgió una democracia parlamentaria abierta a los socialistas, a los comunistas, a los anarquistas y a todos los demás.El final de la Segunda Guerra Mundial resultó en dos superpotencias con sus respectivas esferas de influencia y control, en continua rivalidad por la hegemonía militar y política. Sin embargo, no lograron controlar los acontecimientos, ni siquiera en aquellos lugares considerados como sus respectivas esferas de influencia. La Unión Soviética fracasó en su intento de dominar Afganistán, y su decisión de retirarse después de una década de brutal intervención fue la evidencia más contundente de que no obstante la posesión de armas termonucleares, no es fácil subyugar una población resuelta. Estados Unidos ha enfrentado la misma realidad, emprendiendo una guerra a gran escala en Indochina, perpetrando el bombardeo más despiadado sobre una pequeña península en la historia del mundo, y aun así se vio obligado a retirarse. En los titulares de los periódicos vemos a menudo otros casos de los malogrados intentos de dominio por parte de los presuntos invencibles sobre los presuntos humildes, como en Brasil, en donde un movimiento de gente pobre y de jornaleros eligió a un nuevo presidente comprometido a combatir el vil absolutismo de las corporaciones.Repasando este catálogo de enormes sorpresas, es evidente que la lucha por la justicia no se debe abandonar jamás por temor a la ventaja que supuestamente poseen aquellos que, por medio de las armas y el dinero, se muestran implacables en su afán de aferrarse al poder. Ese poder aparente se ha mostrado frecuentemente vulnerable a cualidades humanas menos tangibles que las bombas y los dólares: temple moral, entrega, determinación, unidad, organización, ingenuidad, perspicacia, valor y paciencia, ya sea por parte de negros en Alabama y Sudáfrica, campesinos en El Salvador, Nicaragua y Vietnam, o trabajadores e intelectuales en Polonia, Hungría y la misma Unión Soviética. No existe sobrio criterio respecto al equilibrio del poder que logre disuadir a un pueblo convencido de que su causa es justa.He intentado muchas veces unirme al pesimismo con que mis amigos ven nuestro mundo (¿o serán solamente mis amigos?), pero me sigo topando con gente que, a pesar de toda la evidencia de trágicos acontecimientos que pasan por todas partes, me transmiten esperanza. Especialmente la gente joven, de quienes el futuro depende. Dondequiera que voy, me encuentro con gente así. Y más allá del puñado de activistas, parece haber cientos o miles más que son afines a las ideas poco ortodoxas. Pero tienden a no estar en contacto con los demás y por lo tanto, mientras resisten, lo hacen con la paciencia desesperada del infatigable Sísifo empujando tenazmente la roca a la cima de la montaña. Intento recordar a cada grupo que no están solos, y que la misma gente que zozobra por la falta de un movimiento nacional es testimonio de la magnitud de dicho movimiento.El cambio revolucionario no llega en un momento turbulento (¡cuidado con esos momentos!) sino como una infinita sucesión de sorpresas, rumbo a una sociedad más digna. No es necesario emprender acciones excelsas o heroicas para participar en el proceso del cambio. Los actos pequeños, cuando son multiplicados por millones de personas, pueden transformar el mundo. Incluso cuando no "triunfamos", nos queda la satisfacción y el optimismo de haber participado, al lado de mucha otra gente altruista, en algo que vale la pena. Hace falta la esperanza.Un optimista no es necesariamente un risueño despistado, cantando tiernamente en la penumbra de nuestros tiempos. Tener esperanza en la adversidad no es una simple necedad romántica. Se basa en el hecho de que la historia de la humanidad no se basa solamente en la crueldad, sino también en la compasión, el sacrificio, el valor y la virtud. Lo que decidamos enfatizar en esta sinuosa historia determinará nuestras vidas. Si solo vemos lo peor, se derrumba nuestra capacidad de actuar. El recordar tiempos y lugares, y son muchos, donde la gente se ha comportado dignamente, nos da la voluntad de actuar, y por lo menos la posibilidad de virar este mundo perinola en una diferente trayectoria. Y si actuamos, aun en mínima capacidad, no tenemos que esperar un espléndido futuro utópico. El futuro es una sucesión infinita de presentes, y vivir hoy tal como creemos que la gente debe vivir, en desafío total ante el mal que nos rodea, es en sí una victoria extraordinaria.

Invitación a seminarios - tertulias

Hola, amigos (los que recibieron esta invitación por correo pueden obviar este mensaje):

Una de las formas de "hacer algo" frente a las cosas "malas" que tanto nos duelen (¿?), o que tanto criticamos es profundizar en su análisis, en su comprensión (en su comprensión compleja, digo, pues la comprensión simple la hacemos con una facilidad increíble, con un riesgo muchísimo mayor de equivocarnos, de engañarnos y de propiciar que nos engañen: sostengo la tesis de que los colombianos deseamos, ansiamos que nos mientan y rechazamos con fiereza a quienes intentan decir alguna verdad).

Recordarán ustedes que últimamente les he participado de mi buen grado de escepticismo y de mi lastimero "¡hay que hacer algo!". Pues bien, paso al campo propositivo: hemos acordado con nuestra amiga Mariela -con quien "fundamos" hace más de 6 años ese seminario de Complejidad que desarrollamos durante más de dos años alrededor de las conferencias de Jorge Sandoval- intentar refundar el seminario, contando, ojalá con la colaboración de Jorge, nuevamente, y la de algunos otros conferencistas -ya los hay hoy más que hace 5 años, que manejen seriamente la temática de Complejidad-.

El intento se hará siempre y cuando consigamos "cómplices" que nos permitan asegurar de manera prepago el recaudo de $200.000 por cada sesión (gastos de pago al conferencista, tintos, cuidador de carros, préstamo barato de salones, etc.). Parece que ya hay cerca de 10 a 15 personas y buscamos mínimo otras 5 a 10, que estén dispuestos a dar $10.000 por cada sesión. Digo que prepago porque es conveniente garantizarle al conferencista su pago (en las últimas sesiones del pasado seminario "quebramos" a los conferencistas, pues la gente salía corriendo al terminar la sesión y... ¡ni modos!).

Haríamos sesiones cada 15 días y consideramos que mínimo debemos tener siempre prepagas 3 sesiones para atrevernos a hacer el "contrato" con cada conferencista con anticipación. Regla de juego que espero no sea demasiado difícil de cumplir.

Si hay más de 20 inscritos la plata que sobre servirá para, por ejemplo, comprar libros de Complejidad que serían rifados dentro de los asistentes (acordaríamos la mecánica después: una boleta por cada $10.000 aportados, ¿podría ser?).

Somos honrados, créannos: no es un negocio para nosotros.

Bien, la idea es que comencemos a mediados de febrero, pero solo si 15 días antes ya tenemos confirmados los asistentes y recaudada la plata de las 3 sesiones (tesorera: Mariela); de lo contrario, esperaremos algunas semanas (¿2?) para concretar la idea; si no, listo, no se hace.

Esperamos su confirmación, entonces.

Por otra parte, está próximo a reiniciarse el seminario Resistencia a la administración total de la vida que desde hace más de 6 años dirige el profesor Felipe Prieto en la Universidad El Bosque. Seguiremos leyendo y comentando (él) la obra de Iván Ilich, que comenzamos a leer en 2007. Cabe decir que los tres libros de Ilich que hemos abordado han sido espectaculares. No sé con cuál seguimos (¿Némesis médica?), pero cualquiera que sea, estoy seguro, traerá reflexiones apasionantes. Creo que se reinicia este lunes 21, como siempre a las 6 p.m. Si el salón es el mismo, es el 402 del edificio de Facultades (el de 7 pisos). Si hay cambio de salón o de fecha, espero conocerlo mañana para informarles. ¡Vale la pena! Es cada 15 días, salvo en la vacaciones de mitad o de fin de año.

Estos dos seminarios, entonces, son mi invitación para este año. De pronto nos hacen prender los bombillos de ideas para mejorar esto.

Un abrazo.

P. D.: ¿Alguna sugerencia, Manuel Guzmán Hennessey?

lunes, 7 de enero de 2008

Saludo inicial

Amigos:

Inicio hoy esta aventura, no fácil de sostener, lo sé (Héctor Abad Faciolince desistió de continuar su blog porque no le quedaba tiempo para alimentarlo y tiempo también me falta a mí), pero necesaria para mi deseo de ampliar mis propuestas y reflexiones y, sobre todo, para poder decir cosas que se me ocurren pero que en mi ya largo ejercicio de comunicarme con ustedes semanalmente, enviándoles noticias científicas, no suelo exponer porque pueden contener ideas políticas, filosóficas o, inclusive, religiosas que no necesariamente les interesen o no compartan. Muy largos suelen resultar esos mensajes como para que yo los extienda más con mis propias ideas.

Aquí pienso, entonces, desahogarme de tantas cosas que se me ocurren y, sobre todo, que me preocupan.

Espero, más por mí mismo que por ustedes -lo que yo diga o piense puede ser absolutamente prescindible para ustedes; hay quienes escriben y piensan mejor y más profundamente que yo-, tener la capacidad, la disciplina y el juicio para decidirme a escribir.

Mi querido y admirado profesor Felipe Prieto dice que el lenguaje se hizo para construir nuestro relato (Jorge Sandoval, mi también querido y admirado maestro, dice, por otra parte, que el lenguaje se hizo para mentir, y no lo dudo) y sé que construyendo relato nos exorcizamos de angustias y de muchas estupideces y salvajadas que continuamente emergen (teoría de emergencias) por allá en las profundidades de nuestras mentes. Así puede ser más fácil entender tantas cosas de la vida y, si se quiere, tomar decisiones (acertadas o no).

Como ya no hay tiempo para más hoy, dejo aquí mi saludo inicial. Seguiremos. Los invito a hablar de política, filosofía, literatura, cine, ciencia, medicina, artes, gerencia, Complejidad... Sí, y también de