domingo, 14 de julio de 2013

El mundo en el que estamos IV - Paul Krugman

Guerra en contra de los desempleados Por: Paul Krugman | Elespectador.com Opinión | Sab, 07/06/2013 - 22:00 ¿Es la vida demasiado fácil para los desempleados? Usted pudiera no creerlo, y yo ciertamente no lo creo. Sin embargo, eso es lo que, notablemente, creen muchos y quizá la mayoría de los republicanos. Y están actuando con base en esa creencia: hay un movimiento nacional en marcha por castigar a los desempleados, con base en la propuesta de que nosotros podemos curar el desempleo volviendo a los desempleados incluso más miserables. Consideremos, por ejemplo, el caso de Carolina del Norte. La tasa de desempleo, de 8,8%, está entre las mayores en Estados Unidos, mayor que en California, que ha sufrido por largo tiempo, o Michigan. Como ocurre en cualquier parte, muchos de los desempleados han estado sin trabajo durante seis meses o más, gracias a un ambiente nacional en el cual hay tres veces más personas buscando empleo que oportunidades para puestos laborales. Sin embargo, el gobierno del estado acaba de cortar marcadamente la ayuda a los desempleados. De hecho, los republicanos que controlan ese gobierno estaban tan impacientes por cortar la ayuda que no sólo redujeron la duración de las prestaciones; redujeron también el beneficio semanal promedio, haciendo que el estado fuera inelegible para aproximadamente US$700 millones en ayuda federal para los desempleados a largo plazo. Es todo un espectáculo, pero Carolina del Norte no está sola: diversos estados han recortado prestaciones del desempleo, aunque ninguno al precio de perder ayuda federal. Y en el ámbito nacional, el Congreso ha estado permitiendo que expiren prestaciones extendidas que fueron introducidas durante la crisis económica, aun cuando el desempleo a largo plazo sigue en niveles históricamente altos. Entonces, ¿qué está ocurriendo aquí? ¿Tan sólo es crueldad? Bien, el Partido Republicano (GOP), el cual cree que el 47% de los estadounidenses son “gente que toma” y vive de los creadores de empleos, lo cual está negando la atención de salud en muchos estados a los pobres simplemente por rencor hacia el presidente Barack Obama, no rebosa exactamente de compasión. Sin embargo, la guerra en contra de los desempleados no está motivada solamente por crueldad; más bien, es un caso de maldad convergiendo con un mal análisis económico. En general, los conservadores modernos creen que nuestro carácter nacional está siendo eliminado por programas sociales que, en las memorables palabras de Paul Ryan, presidente del Comité de Presupuesto de la Cámara baja, “convierten la red de seguridad en una hamaca que arrulla a personas con cuerpos capaces a vidas de dependencia y complacencia”. Más específicamente, ellos creen que el seguro de desempleo fomenta que los trabajadores desempleados sigan desempleados, en vez de aceptar empleos disponibles. ¿Hay algo que apunte a esta creencia? El beneficio promedio por desempleo en Carolina del Norte asciende a US$299 por semana, antes de impuestos; vaya hamaca. Así que cualquiera que imagine que los trabajadores desempleados están optando deliberadamente por vivir una vida de ocio no tiene idea de cómo es realmente la experiencia del desempleo, y particularmente el desempleo a largo plazo. De cualquier forma, existe cierta evidencia de que las prestaciones por desempleo hacen que los trabajadores sean un poco más selectivos en su búsqueda de empleo. Cuando la economía está en auge, esta selectividad adicional pudiera elevar la tasa de desempleo “inflación que no acelera”; la tasa de desempleo en la cual empieza a subir la inflación, induciendo a la Reserva Federal a subir tasas de interés y sofocar la expansión económica. Todo esto, sin embargo, es irrelevante para nuestra situación actual, en la cual la inflación no es una inquietud y el problema de la Fed es que no puede bajar las tasas de interés en la medida suficiente. Si bien el recorte a las prestaciones por desempleo ocasionará que los desempleados se desesperen incluso más, no hará nada por crear más empleos; lo cual significa que incluso si algunos de los desempleados actualmente logran encontrar trabajo, lo harán solamente quitándoles empleos a quienes están empleados actualmente. Pero, esperen, ¿qué hay con la oferta y la demanda? ¿No ejercerá presión descendente sobre los salarios hacer que los desempleados se desesperen? ¿Y qué no costos laborales más bajos fomentarán el crecimiento de empleos? No, eso es una falacia de composición. La reducción del salario de un trabajador pudiera contribuir a salvar su empleo al hacer que ese trabajador se vuelva más barato que trabajadores con los que compite; sin embargo, la reducción salarial de todos meramente reduce los ingresos de todos y empeora la pesada carga de la deuda, lo cual es una de las fuerzas principales que impiden el progreso de la economía estadounidense. Ah, y no olvidemos que reducir las prestaciones para desempleados, muchos de los cuales viven al día, conducirá a un gasto menor en general; una vez más, empeorando la situación económica, así como destruyendo más empleos. La acción con miras a abatir las prestaciones del desempleo, entonces, es tanto contraproducente como cruel; inflamará las filas de los desempleados incluso al tiempo que vuelve sus vidas más miserables. ¿Puede hacerse algo para revertir este erróneo giro estratégico? Quienes están por castigar a los desempleados no serán disuadidos mediante argumentos racionales; saben lo que saben, y no hay cantidad de evidencia que cambie sus opiniones. Yo siento, sin embargo, que la guerra en contra de los desempleados ha estado logrando tanto progreso, en parte, debido a que ha estado volando bajo el radar, con demasiada gente que no está al tanto de lo que está ocurriendo. Bien, ustedes lo saben. Y deberían estar enojados. Dirección web fuente: http://www.elespectador.com/opinion/columna-432060-guerra-contra-de-los-desempleados

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